Desde Medio Oriente
Fecha:
05/Marzo/2016
Las Garras Que Acechan Los Recursos Naturales De Medio
Oriente
Por
Leandro Albani
Los enfrentamientos
militares y políticos en Medio Oriente analizados por el especialista iraní
Rasoul Goudarzi. Desentrañar los actuales conflictos que cruzan a Medio Oriente
no es tarea fácil. Pujas de poder, luchas por la hegemonía, un sostenido
enfrentamiento diplomático y el accionar de grupos terroristas como el Estado
Islámico (EI, o Daesh en árabe) que intentan desestabilizar a países como
Siria, Irak y Libia, son realidades que se suman a la profunda disputa que
sostienen Rusia y Estados Unidos.
Para lograr un
acercamiento a una región que por momentos parece indescifrable,
Marchaentrevistó Rasoul Goudarzi, periodista y analista internacional de origen
iraní. Asiduo colaborador de la cadena HispanTV, Gourdarzi –Máster en
Relaciones Internacionales de la Universidad Azad de Irán-, puntualizó sobre
los planes de Arabia Saudí en Medio Oriente y su enfrentamiento con Irán, potencia
regional y aliado fundamental de Siria. También explicó qué rol juega el
gobierno turco en la desestabilización de Siria e Irak, además de revelar las
estrechas relaciones del Estado Islámico con la monarquía saudí, Israel y
Estados Unidos.
La Disputa
Arabia Saudí e Irán
son los países que sobrevuelan las decisiones en Medio Oriente e intentan
posicionarse como líderes regionales. En el caso saudí, con el financiamiento y
apoyo a los grupos terroristas que asolan a la población. Mientras tanto, desde
Teherán se comanda una resistencia contra estos ataques e intentos de hacer
implosionar la región.
Para Goudarzi,
después del triunfo la Revolución Islámica en Irán, en 1979, otros países como
El Líbano, Siria e Irak se aliaron a Teherán con una visión de independencia de
las potencias occidentales. Si a esto se le suma el actual avance del
movimiento de los hutíes en Yemen, la intenciones de conquista de Arabia Saudí
se vieron perjudicadas. Por esa razón, según el analista, la monarquía saudí
formó “grupos terroristas como Daesh, el Frente Al Nusra y Al Qaeda para
derrocar a los gobiernos que forman parte de una alianza con Irán”. A su vez,
desde la Casa Saud se impulsan “proyectos de iranofóbia e islamofóbia para
debilitar a Teherán y, de esta manera, plantearse como poder hegemónico
regional”. Goudarzi recordó que en su intento de abortar a la Revolución
Islámica, Arabia Saudí “incluso se esforzó por restablecer lazos con su antiguo
enemigo, Israel”.
El periodista
señaló que la monarquía saudí, además de contar con inmensos recursos
petroleros y monetarios para impulsar sus planes, “siempre ha sido dependiente
a Estados Unidos y sus aliados occidentales”. Al firmarse el acuerdo nuclear
entre Irán y el Grupo 5+1, Arabia Saudí vio peligrar sus intenciones, por lo
cual “recurrió al régimen israelí y ahora está promoviendo los planes de Tel
Aviv”. Al mismo tiempo, para congratularse con Estados Unidos la monarquía del
Golfo Pérsico “aumentó su producción petrolera para bajar el precio del crudo y
presionar a Irán”, algo que a corto plazo afectó a Teherán, pero con el paso
del tiempo repercutirá de manera negativa en la propia Arabia Saudí.
Con el
levantamiento de sanciones contra Irán, el gobierno de Hasán Rouhaní “ahora
gozará de sus dineros bloqueados pero los saudíes, según el FMI, en cinco años
quedarán sin fondo”, sentenció Goudarzi.
El Factor Turco
Turquía es otro
polo de poder que puja para abrirse paso en Medio Oriente. Encabezado por el
presidente Recep Tayyip Erdogan desde hace más de diez años, el Estado turco
intenta sembrar su ideología islamista-otomana, para lo cual utiliza todos los
recursos a su alcance.
Goudarzi detalló
que iniciado el conflicto en Siria, Turquía pasó “a convertirse, en una primera
fase, en un centro de acogida de opositores del presidente sirio”. De esta
forma, según el analista, “la política exterior turca, que estaba basada en la
economía, pasó a basarse en el ‘Islam político’, centrada en los principios
religiosos e ideológicos”. Con el correr de los meses y la profundización de
las crisis en Siria e Irak, se conoció una “segunda fase” del plan turco, en el
cual “Erdogan buscaba derrocar gobiernos y apoyar a los opositores para que
llegaran al poder con el objetivo de ampliar su influencia en la región. En
este sentido, no podía contar solo con el respaldo ideológico y financiero, así
que dio un paso grande e importante para materializar sus metas: aprovechar la
colaboración de Arabia Saudí y Qatar”.
El periodista
señaló que la monarquía saudí, además de contar con inmensos recursos
petroleros y monetarios para impulsar sus planes, “siempre ha sido dependiente
a Estados Unidos y sus aliados occidentales”. Al firmarse el acuerdo nuclear
entre Irán y el Grupo 5+1, Arabia Saudí vio peligrar sus intenciones, por lo
cual “recurrió al régimen israelí y ahora está promoviendo los planes de Tel
Aviv”. Al mismo tiempo, para congratularse con Estados Unidos la monarquía del
Golfo Pérsico “aumentó su producción petrolera para bajar el precio del crudo y
presionar a Irán”, algo que a corto plazo afectó a Teherán, pero con el paso
del tiempo repercutirá de manera negativa en la propia Arabia Saudí.
Con el
levantamiento de sanciones contra Irán, el gobierno de Hasán Rouhaní “ahora
gozará de sus dineros bloqueados pero los saudíes, según el FMI, en cinco años
quedarán sin fondo”, sentenció Goudarzi.
Con el
resquebrajamiento de relaciones entre Turquía y Rusia, se puede observar “la
fase final de la aplicación de la nueva doctrina de exteriores turca, que se
basa en el poderío militar y no teme crear tensiones”, destacó el analista. “La
nueva doctrina adoptada por Erdogan para su política exterior –indicó
Goudarzi-, además de empeorar la situación económica de su país, está
aumentando la incertidumbre sobre el futuro de la ya inestable región de
Oriente Medio. Y no solo Erdogan no puede restablecer el imperio otomano sino
que su partido podría eliminarse o debilitarse en la escena política del país”.
El Factor Turco
Turquía es otro
polo de poder que puja para abrirse paso en Medio Oriente. Encabezado por el
presidente Recep Tayyip Erdogan desde hace más de diez años, el Estado turco
intenta sembrar su ideología islamista-otomana, para lo cual utiliza todos los
recursos a su alcance.
Goudarzi detalló
que iniciado el conflicto en Siria, Turquía pasó “a convertirse, en una primera
fase, en un centro de acogida de opositores del presidente sirio”. De esta
forma, según el analista, “la política exterior turca, que estaba basada en la
economía, pasó a basarse en el ‘Islam político’, centrada en los principios
religiosos e ideológicos”. Con el correr de los meses y la profundización de
las crisis en Siria e Irak, se conoció una “segunda fase” del plan turco, en el
cual “Erdogan buscaba derrocar gobiernos y apoyar a los opositores para que
llegaran al poder con el objetivo de ampliar su influencia en la región. En
este sentido, no podía contar solo con el respaldo ideológico y financiero, así
que dio un paso grande e importante para materializar sus metas: aprovechar la
colaboración de Arabia Saudí y Qatar”.
leandroalbani@gmail.com
Publicación
Barómetro
internacional.barometro@gmail.com
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