Desde Panamá
Fecha: 05/Marzo/2016
Sobre Mitos Nacionales Y El Nacionalismo En Panamá
Por Olmedo Beluche
El peor error que un historiador puede
cometer, y sin embargo es el más habitual en los medios académicos panameños,
es el anacronismo, es decir, trasladar al pasado formas de pensar, ideologías,
identidades y creencias del presente. Y el peor error de un revolucionario
socialista del siglo XXI es volverse nacionalista.
El anacronismo y los mitos nacionales
Ese error se aprecia claramente entre los
no pocos que pretenden que la "nación panameña" o
"panameñidad" se empieza a construir con Vasco Núñez de Balboa y su
conquista del Istmo de Panamá y el "descubrimiento" del Mar del Sur.
Incluso hay quienes hacen una amalgama y atribuyen el nacimiento de esa
"identidad nacional" a figuras tan disímiles como Balboa, Urracá y
Bayano, e incluso al personaje novelesco Anayansi.
Coincidimos con la Dra. Ana Elena Porras
en que esas figuras históricas han devenido en símbolos de la nacionalidad que
permiten que diversos grupos sociales se sientan representados en ella. Pero
hay que aclarar que lo son de una nación o nacionalidad actual, que no existía
cuando vivieron como personajes históricos, antes de convertirse en mitos.
No requiere mucha hermenéutica darse
cuenta que, como identidad cultural-nacional: Balboa, se sentiría extremeño o
castellano y, a lo mejor español (pongamos un signo de interrogación aquí); que
Urracá probablemente era Ngäbe o Buglé, y que la mayoría de las principales
culturas originarias del Istmo constituyen identidades nacionales propias
(naciones), no asimiladas, hasta el presente siglo XXI; y que probablemente
Bayano se identificaría con alguna de las culturas africanas de las que fue
sacado a la fuerza y esclavizado.
La nación panameña como expresión de los
intereses de la clase de los comerciantes
A partir de la construcción mitológica de
nuestro pasado, se narra una historia según la cual todos los actos del período
colonial lo son de reafirmación de una "nación" volcada al transitismo
que, quiso establecerse desde 1821 en diversos momentos del decimonono, y que
tuvo su momento cumbre el 3 de noviembre de 1903. Es bastante claro que esta
forma de concebir "la nación" la convierte en sinónimo de los
intereses de la clase de los comerciantes istmeños.
La secuencia lógica y su momento
culminante muestran que se trata de una historia manipulada para tratar de
justificar los sucesos muy cuestionados de 1903. El objetivo es enfatizar que
desde el siglo XVI "somos diferentes" al resto de Hispanoamérica,
ello justificaría que la "república independiente" sugiera en 1903,
aunque fuera mediatizada por la intervención norteamericana.
Según esa interpretación, ya en 1821 los
panameños éramos una nación como identidad con capacidad de crear nuestro
propio estado nacional, al cual renunciamos "voluntariamente". Y a lo
largo del siglo XIX, una "nación distinta", la colombiana, nos
mantuvo oprimidos y explotados, contra la cual la "nación panameña"
pugnó por independizarnos. Una falacia que en la imaginación
"panameña" equivale a una relación entre Colombia y Panamá, como si
la primera fuera una potencia imperial y la segunda su colonia.
No es lo mismo estado nacional,
nacionalidad (etnia) y nacionalismo
Ese anacronismo vulgar, que casi nadie se
atreve a cuestionar, no es más que un desarrollo del nacionalismo panameño como
ideología política. No olvidemos que el nacionalismo es un producto de la
modernidad capitalista, es la nueva ideología de cohesión social que
conscientemente crean los estados capitalistas, dirigidos por las burguesías
nacionales (valga la redundancia) a partir del siglo XIX.
El nacionalismo es una construcción
ideológica que pretende identificar al conjunto de los habitantes de un
territorio sujetos a un gobierno, con el liderazgo de su clase capitalista,
pretendiendo que sus proyectos y acciones de gobierno obedecen al interés
general y el bien común de la "nación".
Dejemos claro que no es lo mismo
"nacionalismo", como ideología instrumental a cargo de la clase dominante,
que "nacionalidad" como identidad cultural e histórica, que tiene en
una lengua o idioma su concreción.
Generalmente la segunda es el sustrato
sobre el que se construye la primera, exagerando algunas características para
hacer la diferenciación respecto a otras culturas. Pero, mientras la nacionalidad como cultura es fruto de la
evolución por siglos (con todos sus traumas, como diría Hernán Porras) de una
población, que ha desarrollado sus costumbres, conocimientos y tradiciones las
cuales ha cuajado en una lengua; el "nacionalismo" como ideología
política es propio del estado nacional capitalista moderno.
Es habitual confundir conceptos distintos
como: nacionalidad (nación cultura o etnia), estado nacional (nación como
sinónimo de estado) y nacionalismo. El primero, la nacionalidad o etnia (nación
cultura) es una realidad que se forma con el tiempo en la que diversos pueblos
desarrollan aspectos particulares de sus costumbres que le diferencian de otros
pueblos. La mayor parte de esa cultura nacional o étnica o nacionalidad se
expresa en el idioma o la lengua. Cada lengua es sinónimo de una nación
histórica.
El segundo se refiere a la construcción de
un aparato estatal (gobierno, población y territorio). Muy excepcionalmente la
nación como sinónimo de estado (nación estado) se construye sobre una sola base
étnica o nacionalidad. Generalmente, los estados modernos surgen de una etnia o
nacionalidad que se impone a otras en el marco de un territorio. Algunas veces
las otras etnias son asimiladas culturalmente, pero la realidad general es que
las naciones estado o estados nacionales contienen dentro de sí varias
nacionalidades (culturas o etnias) diferentes y casi siempre oprimidas y
discriminadas.
En tercer lugar está el nacionalismo como
ideología política. Que es una construcción imaginaria que sirve a la cohesión
social. Generalmente a partir de unas características culturales e históricas,
la clase capitalista construye la ideología nacionalista que sirva a sus
intereses y que la presenta como dirigente "natural" (padres
fundadores o próceres) del estado al que las clases explotadas o subalternas
deben seguir.
Nacionalismos reaccionarios, progresivos e
internacionalismo proletario
Es imprescindible tomar en cuenta el
consejo de Vladimir Ilich Lenin: Al menos desde el surgimiento del sistema
imperialista mundial, a fines del siglo XIX,
hay que diferenciar naciones
opresoras de naciones oprimidas.
De manera que el nacionalismo de las
naciones opresoras es reaccionario porque está construido para justificar la
opresión y explotación de otros pueblos (superioridad racial, destino
manifiesto, etc). Por contra, el nacionalismo de los oprimidos es progresivo
porque lucha contra la dominación extranjera y llama a que la clase obrera
actúe en común con este nacionalismo mientras enfrente la opresión.
De ahí que muchas veces se apoyen las
medidas "progresivas" de gobiernos nacionalistas de países oprimidos,
como Lázaro Cárdenas, cuando nacionalizó el petróleo mexicano, sin confiar
completamente en ese gobierno que expresa a la nación oprimida pero a través de
su clase dominante capitalista. Este criterio es extensivo en América Latina a
otros gobiernos nacionalistas y sus líderes políticos, desde Perón hasta
Chávez.
Sin embargo, Lenin y el marxismo en
general, llama a la clase trabajadora a no confiar en los nacionalismos, por
ser instrumentos ideológicos de las clases dominantes, puesto que en el mejor
de los casos combaten la opresión de sus naciones, pero en últimas no atacan la
esencia de la explotación capitalista, no son socialistas.
El marxismo revolucionario defiende que
los explotados y oprimidos del mundo actúen bajo el criterio del
"internacionalismo proletario", por el cual todos los explotados de
todas las etnias o naciones del mundo somos esencialmente iguales, somos seres
humanos. El socialismo revolucionario (no la caricatura socialdemócrata) lucha
por la eliminación de toda forma de explotación y explotación en el mundo, que
es la que permitirá hermanar a todos los seres humanos, independientemente de
sus historias particulares, de su cultura o nacionalidad.
Hay que combatir las ideologías
nacionalistas
En ese sentido, el nacionalismo es una
ideología reaccionaria porque lleva a las clases explotadas a creer que sus
intereses son los mismos a los que desarrolla su clase explotadora (y
dirigente) porque ambos sectores sociales son iguales y los identifican algunas
características (particularismo) que les diferencia de las "otras
naciones" circundantes.
La ideología nacionalista conduce al error
de creer que "todos los panameños somos iguales", como dice la
Constitución Política del estado, que si actuamos movidos por el
"patriotismo" prevalece "el bien común", etc. Ocultando el
hecho básico: los panameños no somos iguales, estamos divididos en clases
sociales y cada una tiene proyectos distintos.
Los intelectuales e instituciones al
servicio del sistema capitalista ayudan a construir ese imaginario, esa
ideología nacionalista, apelando a toda clase de manipulaciones seudo científicas.
Reconstruyendo la historia pasada, labor
que oculta aspectos que no encajan en la construcción ideológica; los literatos
crean personajes míticos que se constituyen en referencias de la
"nación" (al estilo de Balboa); la medicina y la antropología
pretenden encontrar diferencias raciales o genéticas (a la manera de los nazis
alemanes); la religión ayuda con su parte (el sionismo es el más claro ejemplo
presente, o el "destino manifiesto" en Estados Unidos); la educación
y los medios de comunicación juegan un papel en la difusión de esa ideología
"infundiendo el amor patrio".
El nacionalismo, como instrumento de
cohesión social bajo una clase dominante, es la forma ideológica privilegiada
de la modernidad (capitalismo), la cual suplanta el mismo rol que jugó en el
pasado la religión en el mismo sentido, al menos para Europa hasta el siglo
XVII y XVIII.
El nacionalismo panameño y sus fundadores
Para el caso panameño, es lo que Luis
Pulido R. llama la construcción de la "nación romántica".Ideología
que empezó a construirse en la segunda y tercera décadas del siglo XX, por los
intelectuales liberales (positivistas) que fundaron el sistema educativo
nacional (Méndez Pereira, Eusebio A. Morales, Andreve, Moscote, etc); que como
labor histórica inaugura Carlos Gazteazoro a mitad de siglo. Ver su
introducción a al reedición del libro de Sosa y Arce); que en filosofía hacen
lo suyo Ricaurte Soler; en literatura
Méndez Pereira y otros.
En política esa construcción ideológica de
la nación panameña inicia, primero, con el Movimiento de Acción Comunal, pero
se consolida con la "Doctrina Panameñista" de Arnulfo Arias. Durante esa fase, años 1920, 30 y 40, se
identifica "lo panameño" con transitismo e "interiorano"
azuerense; pero se excluye claramente de la "identidad panameña" las
culturas indígenas y afrocaribeñas. La "Doctrina Panameñista" tiene
claros tintes racistas que se materializaron en la Constitución Política de
1941.
Recién en los años 70, el régimen
populista de Omar Torrijos intentaría la ampliación de la identidad nacional
hacia los grupos más explotados y excluidos. Obviamente, ese
"rescate" ideológico, a través de los mitos de Urracá y Bayano, no
significa real integración y justicia social. Respecto a la construcción de estos
mitos identitarios es interesante leer el libro "Cultura de la
Interoceanidad" de la Dra. Ana Elena Porras.
El nacionalismo panameño tuvo siempre un
carácter contradictorio, progresivo por un lado y reaccionario por otro, por ser este un país explotado y controlado
bajo un estatuto colonial por los Estados Unidos.
Como elemento ideológico que sirvió para
resistir la asimilación cultural norteamericana y luchar contra el enclave
canalero y la soberanía, el nacionalismo panameño fue progresista. Como
instrumento para la discriminación racial contra afropanameños y pueblos
originarios, siempre fue una ideología reaccionaria.
Los revolucionarios del siglo XXI no
pueden ser nacionalistas
En los últimos años ha habido un rebrote
del nacionalismo panameño revestido de xenofobia frente a la ola migratoria
atraída por el boom económico reciente. Es frecuente escuchar, hasta en los
medios de comunicación, opiniones contra los inmigrantes, especialmente
dirigidas contra los trabajadores, a quienes se pretende culpar de los
"males" de la sociedad panameña, desde el desempleo hasta la
delincuencia.
Es una xenofobia clasista, porque muchas
veces defiende a los adinerados que compran los apartamentos de lujo en Costa
del este o la Cinta Costera, pero repudia al trabajador que labora en la
construcción, hotelería o buhonería. Es un proceso ideológico semejante al que
explota la derecha norteamericana o europea contra la migración. Es muy útil
porque permite desviar las responsabilidades de los problemas hacia los
"extraños", salvándole la cara a la clase dominante.
Lo más peligroso es que esta ideología
reaccionaria alcanza a la clase trabajadora panameña y que muchas veces la
izquierda y sus organizaciones no combaten sus prejuicios porque es más fácil
ir con la corriente. Actitud política que es un gol en contra de quienes dicen
luchar por "otro mudo posible" y favor gratuito a la clase dominante.
También es frecuente escuchar en muchos
revolucionarios de su puesta ideología socialista autodefinirse como
"patriotas" o "nacionalistas", lo cual es una contradicción
de esencia. En este caso se trata de una extensión de la ideología
"torrijista", que se define como "nacionalista", y que para
el caso puede estar bien, porque su utopía consiste en construir un país
independiente del imperialismo en los marcos de una sociedad capitalista
("ni con la izquierda, ni con la derecha").
Es una utopía, puesto que en el sistema
mundo capitalista es imposible construir un estado nacional independiente sin
el control del capital imperialista. Es más, como decía Trotsky, en el siglo XX
las burguesías nacionales de los países oprimidos han dejado de ser
revolucionarias para ser socias menores del capital imperialista. A lo sumo,
esporádica y momentáneamente, impulsados por crisis revolucionarias, sectores
de capas medias (como los militares) construyen regímenes que confrontan al
imperialismo por un tiempo, pero en el largo plazo caen puesto que no golpean
la esencia de la dominación, el
capitalismo.
La única manera de avanzar hacia un
sistema sin explotación de clases, sin opresión de una nación sobre otra, sin
prejuicios raciales, sin discriminación, sin odios nacionalistas, es rompiendo
con el sistema mundo capitalista para avanzar al socialismo.
Por eso, los consecuentes revolucionarios
panameños del siglo XXI no pueden identificarse con el nacionalismo o el
patriotismo, sino que deben autodefinirse como internacionalistas y
socialistas.
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