Desde Venezuela
Fecha:
05/Marzo/2016
¿Qué Es Lo Que Saben De Venezuela En “Wall Street”?
Por:
Carlos E. Lippo
Como es sabido por
muchos “Wall Street”, que es el asiento principal de la bolsa de valores de
Nueva York, es además un término utilizado para referirse al mercado financiero
estadounidense y a veces por extensión al mercado financiero capitalista
mundial.
Considero que Wall
Street no ha sido ajeno a la guerra de cuarta generación que nos han venido
aplicando desde hace ya muchos años, tantos como los años transcurridos desde
que el Comandante Chávez declarase de manera expresa el carácter anti
imperialista de nuestra revolución, a mediados del año 2.004. Las principales
puntas de lanza de Wall Street en esta guerra han venido siendo las empresas
calificadoras de riesgo financiero: Moody’s, Standard & Poor's y Fitch,
entre las más connotadas.
Nunca ha dejado de
ser sorprendente que estas empresas tuviesen el tupé de establecer el llamado
riesgo país de Venezuela a niveles muy superiores a los que ellas mismas
establecían para países del área con economías comparables a la nuestra, como
Colombia, pero agobiada por una guerra interna de más de medio siglo y hasta de
países con economías mucho más pequeñas, como Jamaica y Panamá, no exportadoras
de petróleo ni de ningún otro recurso estratégico, por añadidura. Y todo ello
en una época en la cual nuestro país, que se encontraba en absoluta paz, logró
que le certificaran las mayores reservas de hidrocarburos del planeta y
disfrutaba de unos precios mundiales del petróleo superiores a los 100 dólares
por barril.
Que dichas empresas
han sido agentes importantes de la guerra de cuarta generación aplicada al país
es algo que queda demostrado por las consecuencias directas de sus acciones de
atribuir al país un nivel de riesgo muy por encima del que realmente debería
tener con base en criterios de orden económico y financiero; entre las
consecuencias de esta baja calificación financiera impuesta por el imperio y
basada exclusivamente en razones de carácter político, podríamos señalar las
siguientes:
• Una casi absoluta falta de
participación del “capital productivo internacional” en proyectos de inversión
no vinculados a la producción de hidrocarburos, que no ha producido mayores
impactos negativos porque afortunadamente no ha logrado hacer que se abstengan
de invertir entre nosotros importantes países amigos como China, Rusia,
Bielorrusia e Irán, en una gama importante de proyectos en diferentes áreas.
• Un continuo y progresivo
encarecimiento de la deuda externa en divisas que se ha visto precisado a
contraer el país con los agentes del mercado internacional, para financiar
proyectos de inversión, por medio de la emisión de bonos del estado (bonos
soberanos) y bonos de PDVSA. Este encarecimiento de la deuda se produce por vía
de los elevados cupones (intereses) con los que han debido ser emitidos
nuestros bonos en monedas extranjeras para poder hacerlos atractivos al mercado
internacional, superiores al 10 % anual, mientras países como Colombia, Chile,
Perú y Méjico lograban emitir con cupones inferiores al 6 % y los países
industrializados lo hacían con cupones inferiores al 3 %.
• Recordemos que el país ha debido
acudir a los mercados internacionales de capital por tener muy poco o ningún
acceso a créditos de los organismos multilaterales controlados por los gringos
(el Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial y Banco Interamericano de
Desarrollo), por negarse a aceptar las condiciones de entrega de la soberanía
económica que tales organismos exigen.
Recordemos también
que al emitir un bono con un determinado valor nominal o facial y bajo unas
condiciones dadas de cupones y período de vencimiento, el emisor (en nuestro
caso la república o PDVSA), recibe de quien lo compra un monto equivalente al
valor de mercado de ese bono, que en nuestro caso casi siempre ha estado por
debajo de su valor nominal y al mismo tiempo se compromete a pagar los
intereses a lo largo de todo el período de vigencia, así como el valor nominal
del mismo, a su vencimiento.
En los actuales
momentos, como era de esperarse gracias a la baja de los precios
internacionales del crudo, pero fundamentalmente gracias a la campaña
internacional de desprestigio que nos tienen montada el imperio y sus aliados,
con el amplio apoyo de la canalla mediática internacional, las empresas
calificadoras de riesgo han hecho que nuestros bonos, tanto los soberanos como
los de PDVSA se estén cotizando a niveles ínfimos y ello a pesar de que el
estado venezolano y PDVSA han sido excelentes pagadores que jamás ha incurrido
en una cesación de pagos (default), tal como ocurrió en la Argentina en el año
2.001, por la acción de los sucesivos gobiernos neoliberales anteriores al de
Néstor Kirchner. Sin embargo, en sana lógica económica, por más bajo que pueda haberse
cotizado un bono durante su período de vigencia, su valor de mercado tiene que
ir aproximándose a su valor nominal a medida que se aproxima su fecha de
vencimiento, hasta alcanzar el 100 % a la fecha de su vencimiento.
El hecho es que
contrario a toda lógica económica y financiera nuestros bonos soberanos con
vencimiento dentro de un mes, se estaban cotizando el día de ayer al 92 % de su
valor nominal generando un estrambótico rendimiento superior al 96 % anual,
mientras que un bono soberano de Alemania, por ejemplo, que vence el mismo día
(el 26 de febrero de 2.016), se cotiza al 100,21 % y tiene un rendimiento anual
del 0,38 % (1). De manera que resulta más que evidente que los mercados
internacionales están esperando una inminente cesación de pagos de la deuda
venezolana.
Dado que el monto a
pagar al vencimiento de este bono es del orden de los 1.500 millones de dólares
(pudiera ser bastante menor si como presumo parte de esta deuda haya sido
recomprada por la república) y nuestras reservas internacionales al día de ayer
eran de 15.572 millones de dólares (2), es prácticamente imposible que no
paguemos, pues sólo un estado de conmoción nacional de tal magnitud que
ocasionase una total parálisis del estado, podría evitar que cumplamos con esa
obligación.
Acaso Wall Street
tiene conocimiento cierto de que el imperio habrá de ejecutar sobre nosotros, a
plazo máximo de un mes, una acción de tal magnitud que nos impida cumplir
nuestros compromisos de deuda a corto plazo. ¡Sólo así se justificaría tamaña
violación de la lógica económica!
Tal acción no
podría ser otra que la intervención armada que decidieron ejecutar desde hace
ya bastante tiempo, promovida ahora de manera vergonzosa por la fracción
parlamentaria de la contrarrevolución y pasivamente aceptada por la totalidad
de la oposición apátrida. ¡Alerta todos, que parece estar aproximándose la
confrontación definitiva!
(2) www.bcv.org.ve
celippor@gmail.com
Publicación
Barómetro
internacional.barometro@gmail.com
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