Desde Venezuela
Fecha: 11/Julio/2016
La Cultura De La
Violencia De Género
Por Ilka Oliva Corado
Existe, lo vemos todos los días,
está enraizada en los patrones de crianza, en el sistema patriarcal, en los
factores socioculturales: la violencia contra las mujeres es real y también se
acepta algo como natural en nuestra sociedad misógina y machista. Para la
violencia de género no existen fronteras territoriales ni distinción de clase
social, color, credo y grado de escolaridad. Es imperceptible debido a que
es solapada.
Una violencia que se ejerce a todo nivel, que es ilimitada y que no sorprende. Que
no asombra, no indigna, no encoleriza.
La cultura de la violencia de género tiene sus cuñas en los estereotipos, en
las religiones creadas para oprimirla, en una educación patriarcal, en un
sistema que invisibiliza a la mujer como ser humano y la denigra
constantemente: que la abusa en sus derechos y la excluye de la justicia.
Esa cultura que va desde la negación a
los derechos laborales, a la igualdad social, al aborto. A la educación,
salud, progreso. Que a la víctima la re
victimiza, que al victimario lo aplaude por macho alfa. Normas establecidas que
tienen que ver con la doble moral, hipocresía,
miedo y el vivir de apariencias. Razones por las cuales no se denuncian
los abusos emocionales, físicos, sexuales y en consecuencia los feminicidios.
Y cuando una víctima se atreve a denunciar resulta siendo juzgada por la
sociedad que la acusa de culpable. Ni qué decir de un sistema de justicia que
la sentencia y deshonra acusándola de mentirosa, dejando libre al agresor.
Mismo agresor que en venganza va y la asesina en los terribles e innumerables
feminicidios que a ninguna sociedad importan.
La cultura de la violación sexual, también naturalizada que como toda
respuesta nos dice: es mujer. Es mujer no pasa nada, es tan solo una mujer: un
objeto, un rastrojo, una esclava. Esa
cultura que va desde la asignación de roles, colores. Que nos dice cómo debemos
pensar, cómo comportarnos, qué sí y qué no hacer conforme a nuestro género. Y
que si nos salimos de la norma entonces lo que nos suceda es completamente
nuestra culpa. Aun viviendo bajo los parámetros marcados por el patriarcado
también nos acusa y nos culpa. A nivel mundial la existencia de leyes que
esclavizan a la mujer.
La cultura de la violencia de género que nos dice que las mujeres somos
el sexo débil, que no podemos practicar deportes asignados para hombres, que no
podemos ejercer profesiones u oficios
que milenariamente han sido asignados a hombres. Que nos dice que nuestro rol
en la vida es el de ser madres, limpiar la casa y cuidar de nuestros hijos.
Satisfacer sexualmente a nuestros hombres. Vivir para ellos. ¡Y pobre de la que decida salir de la norma y
amar a otra mujer! Porque se le denigra, se le golpea, se le viola y asesina. Y
peor aún: era tan solo una lesbiana que no llegaba siquiera a ser mujer. Caso
cerrado desde que entra el cuerpo a la morgue.
Esa violencia que está en la escuela, en la televisión, en la radio, en
el arte, en todo. En todo lo que nos rodea.
La forma en que los noticieros manejan la información en casos de
violencia de género: con sesgo, estereotipos y patriarcado. Mujeres que a
conveniencia personal apoyan el patriarcado, decidiendo con esto vivir en la
sumisión de por vida y en las sombras.
Esa cultura que nos niega la realización personal y a vivir en nuestro
propio albedrío.
Hay mucho qué decir de la cultura de la violencia de género desde
cualquier plataforma, y sus razones y sus consecuencias y a quiénes beneficia.
¿Qué es lo que no nos permite reaccionar ante esta atrocidad? ¿Qué es lo que no
nos permite denigrarnos y despertar en masa cada vez que se viola a una niña,
adolescente o mujer? ¿Cuándo se le golpea y asesina? ¿Qué es lo que no nos permite
crear la cultura de la prevención? ¿La reestructuración de la sociedad y de los
patrones? ¿Qué es lo que no nos permite respetarnos? ¿Valorarnos como seres
humanos iguales en derechos?
¿Qué tan profunda es nuestra indiferencia que no nos duele y no nos enfurece cada vez que sabemos de un
feminicidio? ¿De una mujer agredida? ¿De una injusticia en los derechos
laborales? ¿De un Estado que no invierte en políticas de desarrollo para la
mujer? ¿Cuándo dejaremos de vivir con estereotipos, con religiones misóginas y
opresoras? ¿Cuándo vamos a cambiar
normas patriarcales para criar niños sanos que no violenten en ninguna de las
etapas de su vida?
¿Cuándo vamos a vernos con la
certeza de ser tan solo una partícula en la inmensidad del tiempo? ¿Y que tan
fugaz es nuestro paso por la tierra que vamos a poner todo nuestro empeño en
que la equidad y el derecho a ser y a vivir en el libre albedrío no se
castiguen? ¿Cuándo tendremos la entereza
para cambiar la cultura de la violencia de género por la del respeto?
Son tantas las maneras, los arquetipos en que todos ejercemos la
violencia de género que muchas veces no nos damos cuenta que lo estamos
haciendo, porque es algo que está ahí de planta, tan naturalizado como el aire que respiramos,
como el pulso cardiaco, el parpadear.
Pero la violencia de género es
algo aprendido por lo tanto se puede cambiar. Por supuesto que tenemos la capacidad
para eliminar el patriarcado, el
machismo, la misoginia y la indiferencia. La pregunta es: ¿cuándo lo haremos?
@ilkaolivacorado
Publicación Barómetro
internacional.barometro@gmail.com
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