DESDE MÉXICO
28 NOVIEMBRE 2012
MÁS VIOLENCIA, MENOS
LIBERTAD; MÁS POBRES, MENOS DEMOCRACIA
Rodrigo Huerta Pegueros
A unos días del cambio de poder presidencial en
México, los cortes de caja al gobierno que se va, han incrementado su actividad
y la mayoría de los que están haciendo estas evaluaciones se han dedicado
principalmente al tema de la violencia y la llamada guerra contra el
narcotráfico y que en números conservadores nos señalan que en el sexenio del
presidente Felipe Calderón Hinojosa se deja una estela de víctimas de poco más
de cien mil personas. En esta cifra no se distingue si fueron muertos en
enfrentamientos, ejecutados, muertes naturales o accidentales o los que
eufemísticamente se les denomina ‘colaterales’, sin descontar los suicidios o
feminicidios.
Esto es, que en solo seis años, los mexicanos nos
dimos cuenta de que en el país los delincuentes y narcotraficantes habían
ganado terreno al propio gobierno y habían ocupado en forma por demás flagrante
varias decenas de municipios en el país como territorios propios y sobre todo
que habían cooptado a los cuerpos policiacos desde federales, estatales y municipales
para que los protegieran y ayudaran a delinquir en lugar de cumplir con su
responsabilidad fundamental que es la de servir a la comunidad que es la que
les paga y provee de todo lo necesario para desempeñar su actividad.
Los muertos de Calderón, dirían algunos críticos del
régimen, son principalmente víctimas de una embestida irresponsable y una
estrategia fallida, pues al final de cuentas, la delincuencia no se ha
detenido, los capos de las drogas continúan sin alteración alguna su actividad
demoledora y criminal y la depuración de los cuerpos policiacos en estados y
municipios ha sido lenta y sin sanción alguna para los gobiernos que no
cumplieron con su tarea en tiempo y forma lo cual provocó que el combate contra
las drogas y los criminales fuese menos efectivo.
Pero no solo se ha hecho una evaluación al
presidente saliente en base a su guerra contra los cárteles de las drogas sino
también en los renglones económico, social y educativo. Por lo que se refieren
al crecimiento económico global sexenal, este ha sido del 1.3 por ciento del
producto interno bruto (PIB) anualizado lo cual queda muy lejos de la meta que
se tenía de un cinco por ciento anual. Sin embargo habría que recordar que
entre los años 2008 y 2009 se registró la primera hecatombe económica global
del siglo XXI y que fue mayor, incluso, que la llamada gran depresión
registrada en los años 29-30 del siglo próximo pasado.
Aún así, el impacto negativo contra la economía
mexicana no tuvo ni por asomo los efectos perjudiciales ocurridos en el vecino
país del norte y en otros países del viejo continente, particularmente, Grecia,
Portugal o Irlanda con sus efectos posteriores en España e Italia. México tuvo
un desempeño deficitario en esta gran crisis económica al instrumentar los programas
de recuperación y por lo tanto frente a los demás países latinoamericanos
fuimos de los últimos en recuperarnos lo cual no se hizo evidente a través de
los medios de comunicación masivos por haber consumido su atención en
cuestiones de índole político-electoral.
En este segundo sexenio panista—el primero fue
encabezado por el presidente Vicente Fox Quesada—tampoco se logró revertir la
tendencia negativa en cuestiones de índole social y educativo. Muchos han sido
los eruditos en el tema de la evaluación de los marginados y los pobres de este
país que han mostrado y demostrado que los programas destinados a dar atención
a los grupos vulnerables no han sido del todo efectivos y en muchos casos han
servido para el manejo indiscriminado de clientelismo político.
El incremento de la pobreza en el país se evidencia
en los cientos, miles o millones de personas que han abultado las bolsas de
pobres, marginados, miserables y ultra pobres. Por lo que hace al renglón de la
educación, nuevamente el gobierno panista de Calderón sucumbió, como lo hizo
Fox, a los acuerdos ‘en lo oscurito’ con las dirigencias del sindicato
magisterial lo cual pospuso nuevamente la modernización del sector y por ende
se frustró la aspiración de mejorar la calidad de los maestros y su impacto
inmediato en la educación de las nuevas generaciones.
Por lo visto, este sexenio ha sido verdaderamente
traumático para los mexicanos pero como siempre sucede, una cosa es la visión
de los críticos del sistema y otra más es lo que nos dicen las evaluaciones de
los científicos pertenecientes a las distintas instituciones
nacionales—públicas y privadas—sobre los tópicos mas importantes para el
desarrollo nacional.
Sin embargo, cuando estas evaluaciones se
entrecruzan con la percepción que tienen los ciudadanos sobre el desempeño del
gobierno calderonista, las respuestas provocan sorpresas y admiración. En
variadas encuestas de opinión bien elaboradas se otorga un voto de confianza o
aprobación al gobierno saliente. ¿Entonces? ¿A quién le creemos? Quizá lo que
podemos intuir es que la diferencia entre críticas y evaluaciones interesadas
con la percepción popular estriba en que los mexicanos con menoría histórica no
olvidan que en otros tiempos con gobiernos priistas las consecuencias cada fin
de sexenio eran funestas y los altibajos tanto en economía como en libertades estaban por abajo de países
similares latinoamericanos por lo tanto, ahora, cuando los resultados no son
tan traumáticos el pueblo otorga el beneficio de la duda a los panistas, sobre
todo cuando tienen frente así el inminente cambio de gobierno y probablemente
una reedición de los usos y costumbres del viejo régimen con nuevos actores.
La verdadera evaluación del sexenio que está por
concluir se hará posterior al primero de Diciembre cuando todos los
mexicanos hayamos asimilado lo ocurrido
y podamos emitir una sentencia definitiva. Hacerlo ahora parecería no solo un
acto acelerado e irreflexivo sino con tintes puramente de orden político y de
interés personal o de grupo. La verdad es que la violencia que se registra en
el país hasta estos momentos ha perjudicado mas que nada a nuestra forma de
vivir y de movilizarnos y principalmente en el terreno de la libertad de
expresión, ya que en estos seis años los periodistas en ejercicio de sus funciones
o sus libertades de opinión y manifestación de las ideas han sido el sector mas
agredido y menos protegido.
Las estadísticas están ahí con un número de poco más
de cien comunicadores asesinados, desaparecidos, agredidos, amenazados o
exiliados. ¿Y los gobiernos? Por lo tanto, la violencia desatada por el combate
de las fuerzas armadas contra el crimen organizado ha producido una merma en el
ejercicio de las libertades fundamentales a la vez que la pobreza, marginación
y miseria que abarca a poco más del 60 por ciento de la población nacional nos
indica que nuestra democracia está en estado de coma y solo tiene como fuente
de oxígeno la libertad electoral, lo que objetivamente es insuficiente para un
país que aspira al bienestar, el desarrollo y la modernidad.
La pregunta obligada respecto a esta evaluación
sería si creemos que el próximo gobierno logrará llevar al país a mejores
estadios de crecimiento económico y la ampliación de nuestras libertades
individuales y de grupo, lo cual lo diferenciaría de los dos últimos sexenios
presidenciales panistas? El primero de Diciembre está a la vuelta de la
esquina. Esperemos conocer los lineamientos del nuevo gobierno. Entendamos si
habrá cambios en la estrategia para combatir la delincuencia y el tráfico de
drogas- En este sentido, será interesante conocer si la alineación de los
políticos a estos propósitos será fundamental o no.
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