EL MOVIMIENTO OBRERO DE LA IZQUIERDA PANAMEÑA Y SUS RETOS INMEDIATOS - OB

Desde Panamá
20/Septiembre/2014


EL MOVIMIENTO OBRERO, LA IZQUIERDA PANAMEÑA Y SUS RETOS INMEDIATOS
Por Olmedo Beluche

En treinta días el gobierno empresarial y derechista de Ricardo Martinelli será historia. Su sucesor será otro gobierno empresarial y derechista, de Juan Carlos Varela. Aunque habrán algunos cambios, estos serán más de forma que de fondo. Las maneras burdas, descaradas y hasta grotescas de un burgués rodeado de arribistas de poca monta, serán sustituidas por el estilo refinado de un magnate nacido en cuna de oro y educado para dirigir.

El cinismo sustituirá a la chabacanería, como debe ser de acuerdo a las reglas de la democracia burguesa. Pero el llamado “Círculo Cero” de empresarios que controlan el país desde la penumbra, será el mismo. La misma oligarquía, los mismos bancos, los mismos bufetes, los mismos primos, el mismo Club Unión.

El primer reto del movimiento obrero y popular, incluida la izquierda orgánica, es no morder el anzuelo puesto con todas las mañas por la clase dominante, saber mantenerse independiente del nuevo gobierno, no caer en compromisos políticos y apoyos que más temprano que tarde se revelarán como amarres que dificulten la defensa consecuente de los intereses populares.

La letra del nuevo canto de sirena a favor de la colaboración clases, cataloga a Martinelli como el único “autócrata”, a los demás (PRD, Panameñistas) como “demócratas”, se olvida de la “partidocracia” y el régimen oligárquico y dice: “La oferta electoral ganadora responde al planteamiento social- renovado, que aboga por una política social progresista... Nuestro partido considera que los llamados que hace el Presidente electo, de unidad nacional, para hacer progresar nuestra nación con la participación popular, expresa una necesidad progresista” (El Partido del Pueblo frente a los resultados electorales 2014. Fechado en Panamá el 22 de mayo).

Siendo que el Partido del Pueblo apoyó a Juan Jované, apoyo forzado por la falta de un frente electoral opositor o “Frente Guacho”, cabe la pregunta: ¿La letra de esa declaración del “partido de los comunistas panameños” es un criterio compartido en el MIREN y su candidato, o no?

Es urgente que el conjunto de las fuerzas gremiales y políticas del movimiento obrero y popular, como las organizaciones de izquierda definan su postura frente al gobierno que viene. Y no se trata de hacer una declaración de guerra por anticipado, sino de independencia frente a ese gobierno y de defensa con los intereses de las clases explotadas como principio rector. Las fuerzas políticas populares tienen que asumir su papel como “oposición de izquierda” coherente y consecuente desde el primer día frente al gobierno empresarial de Varela, si se pretende ser alternativa de gobierno en 2019.

La prioridad es finiquitar democrática y honestamente el balance electoral

Es muy preocupante que, a casi un mes de las elecciones, no existe un balance público y una declaración formal de los comités de campaña de Genaro López y de Juan Jované. Por ello, el otro gran reto (que ya viene retrasado) es el de cerrar un balance de las elecciones, asumiendo consecuentemente los errores, debilidades y destacando los aciertos que permiten dar continuidad a la lucha política.

El Frente Amplio por la Democracia (FAD), por las expectativas generadas, además de los guarismos electorales, debiera evaluar si cumplieron el objetivo de “que la creación del instrumento político sería por medio de una alianza política, asumiendo esa tarea en conjunto con otras fuerzas, organizaciones, gremios, grupos y personas nucleadas alrededor de una Plataforma Mínima de Democratización de la nación” (Boletín El Cimarrón, órgano del MLN-29, Panamá Marzo de 2012, No. 28, Pág. 14).

En el balance electoral que se haga cabría preguntarse con honestidad si el FAD fue el frente en que cupieron “las fuerzas democráticas, críticas, independientes, honestas, progresistas, con sensibilidad social y conciencia cívica, que creen que Otro Panamá es Posible y sienten la necesidad de construir una Patria para Todos” (Ibidem).

Es importante considerar las preguntas anteriores ya que las recientes elecciones dejaron fuera de toda duda que, al menos en las presentes circunstancias, ninguna de las organizaciones tiene suficiente fuerza, por sí sola, para vencer los obstáculos antidemocráticos del Código Electoral. Quedó claro que la unidad es una necesidad irrenunciable si se quiere llegar a ser una alternativa en 2019.

Se atribuye a Federico Britton esta importante reflexión, con la que estamos de acuerdo: “Es necesario hacer énfasis en el carácter de alianza o frente político del IPE (Instrumento Político Electoral, que no es lo mismo que el Partido Clasista Revolucionario, nota de O.B.) o FAD para abordar la tarea de inscripción, organización y participación electoral en conjunto con otras fuerzas, organizaciones, gremios, grupos y persona. Es necesario profundizar en la discusión de este punto a fin de esclarecer el tema y hacer realmente viable la integración de otras fuerzas... ¿Qué impide que otras fuerzas se incorporen desde los frentes de masas, desde los sectores sociales, desde la comunidad, el corregimiento, el distrito, comarca o provincia y asuman el compromiso político? ¿Hemos fallado en algo? ¿Debemos hacer ajustes en nuestros planteamientos o actitud?” (El Cimarrón No. 28, Págs- 14-15).

Es necesario resolver esas preguntas, que datan de cuando el FAD empezó su inscripción electoral, pero que se han hecho más acuciantes luego de los resultados del 4 de Mayo.

Urge culminar adecuadamente los balances porque el problema electoral no está relegado hasta 2019, sino hasta 2015. Ya el próximo ministro de Gobierno, Milton Henríquez ha anunciado que aproximadamente en julio del próximo año podrían estar convocando elecciones a una Asamblea Constituyente.

La convocatoria a Asamblea Constituyente, un reto a mediano plazo

Respecto al compromiso de Varela de convocar una Asamblea Constituyente, la izquierda tiene el reto de no embolatarse con dos extremos: por un lado, los que idealizan la Constituyente y la creen panacea para resolver todos los problemas, sin atender que las fuerzas sociales y políticas que tengan mayoría la redactarán a su medida; por otro, la de quienes le dan la espalda al asunto aduciendo que sólo es aceptable una Constituyente Originaria, y que esa es “paralela”, por ende, proponen repudiarla porque sería manipulada por el gobierno.

Hablemos las cosas como son: una Constituyente Originaria sólo puede existir en un marco de revolución social que haga crisis el régimen político anterior, como se dio en Venezuela, Ecuador y Bolivia a fines del siglo XX.

Pero también es cierto que una Constituyente controlada puede evolucionar en “originaria”, como le pasó al rey Luis XVIII en la Francia de 1789. La clave en ambos casos es la movilización popular y la ruptura del pueblo con las instituciones políticas anteriores.

En las actuales circunstancias, Panamá no encaja en ninguno de los casos descritos porque no hay movilización que rompa el orden establecido y, por el contrario, las elecciones demostraron que persiste la ilusión de que el sistema es “democrático”. Así que seguramente una Constituyente convocada en esas condiciones será “paralela” y controlada por la burguesía. Pero eso no quiere decir que el movimiento obrero y la izquierda no deban participar.

La lógica frente a la Constituyente de Varela es la misma que frente a las elecciones generales, hay que participar para mostrarle a las clases populares que existe un proyecto de país diferente y que nos postulamos para dirigirlo. Habrá que participar en esa Constituyente para defender los derechos democráticos, económicos y sociales que existen en la actual Constitución, pero también para exigir la derogación de los resabios antidemocráticos, dictatoriales y neoliberales que se han consagrado en ella.

No participar en el debate constituyente que se viene, y no participar desde un proyecto político unitario, debilitará cualquier propuesta político electoral hacia 2019. Quienes apoyaron a Genaro, quienes apoyaron a Jované, quienes no fuimos parte de ninguna de las dos campañas, pero somos activistas del movimiento obrero y popular tenemos una responsabilidad histórica para orientar a la clase trabajadora en la nueva coyuntura. Empecemos cuanto antes el debate, juntos, en unidad, frente a los planes de la burguesía.

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