Desde Argentina
Fecha: 20/Abril/2016
El Peligro De La
Libertad
Por Carolina Vásquez Araya
Estuve en Francia poco después de la revolución organizada en mayo del
68 por grupos estudiantiles de protesta contra la sociedad de consumo, la cual
arrojó a las calles de París a una de las manifestaciones multitudinarias más
grandes de Francia y quizá también en la historia de Europa occidental. Allí me
tocó vivir de cerca la resaca de una huelga general secundada por unos 9
millones de trabajadores en todo el país.
En los años siguientes y como respuesta a la impactante provocación de
la juventud y los sindicatos contra un sistema orientado a beneficiar a las
cúpulas industriales y financieras, el gobierno francés estrechó sus métodos de
vigilancia ciudadana en las calles, en donde se comenzaron a exigir los
documentos de identidad con especial dedicatoria a quienes pudieran haber
protagonizado esas revueltas callejeras.
En esos días se produjo un cambio fundamental en la visión del
desarrollo y de la libertad individual, que aún perdura. La marea provocada por
los jóvenes franceses se extendió con fuerza hacia América Latina, en donde
solo faltaba la chispa para encender a una juventud cuya visión del futuro no
coincidía con la de sus gobernantes, ni con los marcos valóricos en los cuales
se debatían sin encontrar respuesta a sus demandas ni perspectiva a sus sueños.
Viendo el panorama en retrospectiva y los sistemas bien atornillados del
capitalismo y la economía de mercado que rigen actualmente la mayoría de países
del hemisferio, las revueltas de París adoptan el tono surrealista de sueños no
alcanzados y quimeras absurdas por su alcance poético. La libertad, esgrimida
como una bandera primordial, se ha convertido hoy en la mayor amenaza contra un
sistema en el cual no caben las manifestaciones individualistas.
En un capitalismo cuya consigna ha sido el rechazo al comunismo
uniformador de las aspiraciones humanas, se ha impuesto el modelo uniformador
de las aspiraciones humanas a través de marcos educativos diseñados para
responder a las necesidades productivas de los grandes consorcios industriales
y financieros. La creatividad, por ende, se prodiga poca y sola en grupos
selectos, apartados de una masa cada día más privada de medios de desarrollo.
El más significativo educador del siglo XX, Paulo Freire, lo expresa
claramente, cuando afirma que la pedagogía debe constituir una forma de diálogo
y aprendizaje constantes, en un marco de libertad creadora. Lo contrario sucede
en los actuales sistemas educativos, en donde el alumno es un recipiente en
donde se van acumulando ideas y conceptos, sin mayores posibilidades de generar
nuevas líneas de pensamiento que no sean las propuestas por el sistema.
Entonces se llega a la situación de la mayoría de nuestros países,
fincados en los preceptos del beneficio económico por medio del desarrollo de
los grandes capitales sobre la sumisión de los grupos menos privilegiados,
entre cuyas filas están quienes sostienen todo el edificio. En la actualidad,
exceptuando a los sectores más pobres y los más ricos, muchos de estos
trabajadores son jóvenes surgidos de aulas universitarias y cargados de títulos
y sueños, pero condenados a efectuar trabajos rutinarios y mecánicos en los
cuales no se requiere más que disciplina y una formación básica para
ejecutarlos correctamente.
No solo el sistema educativo requiere una revisión tomando en cuenta la
libertad y el potencial individual. También se necesita la liberación de las
estructuras institucionales, cuyos modelos responden a objetivos ajenos al bien
común.
elquintopatio@gmail.com
@carvasar
Publicación Barómetro
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