Desde Uruguay
Fecha: 20/Abril/2016
La Democracia, El
Capitalismo Y La Desigualdad
Por Julio A. Louis
En tiempos pos-modernos de discurso opuesto a la “ideologización” (como
si pudiera existir el pensamiento o el sentimiento ajenos a la ideología), se
reafirma la Democracia (con mayúscula). Obviamente, disgusta el cuestionamiento
a esa visión ideológica interesada (tratándose de agentes del bloque social
dominante) o superficial, cuando la difunden actores que no pertenecen ni se
identifican con ese bloque. Los
marxistas nos oponemos a esa interpretación, pero, a esta altura otros que no
lo son, también presentan objeciones. Así Louis Brandes (ex miembro del
Tribunal Supremo de Justicia de Estados Unidos) plantea: “Podemos tener
democracia, podemos tener la riqueza concentrada en pocas manos, pero no
podemos tener ambas”.
¿A qué se refiere? A que cuando una clase o bloque social dispone de la
riqueza, conducente a la cultura y al conocimiento que usufructúa en su
provecho, mientras otras clases,
sectores o etnias -por su condición económica y social distante de los
privilegiados no se benefician, los primeros manipulan a los segundos. Malcolm
X célebre combatiente contra la discriminación racial en Estados Unidos afirma
que los medios de comunicación consiguen que el pueblo odie a sus amigos y ame
a sus enemigos. Y el socialista francés Jean Jaurés a propósito de la variedad
de la prensa libre en manos del gran capital opina que “parecen cien campanas
pero las mueve un solo hilo”.
Esas reflexiones no difieren de
éstas: “Democracia para una minoría insignificante, democracia para los ricos,
he ahí cual es la democracia de la sociedad capitalista” (Lenin, “El Estado y
la Revolución”); o “a los oprimidos se les permite cada cierto número de años,
decidir cuál de los representantes de la clase opresora los representará y
oprimirá desde el parlamento.” (Marx, “La lucha de clases en Francia”). Y si
los oprimidos agregamos a la luz de la experiencia histórica- ponen en el
gobierno a sus representantes, son los explotadores los primeros en violar los
preceptos democráticos.
La Desigualdad Y La
Manipulación
Consideremos la desigualdad. Tomemos algunos datos de Uruguay, uno de
los países menos desiguales en el continente más desigual. En 2016 hay
500.000 personas (la séptima parte de la
población) percibiendo ingresos mensuales inferiores a $ 12.000, unos 375
dólares. En Montevideo (la capital, de mayores ingresos) tres de cada diez
niños menores de 6 años aproximadamente, están bajo la línea de pobreza. Y los
denominados jóvenes “ni ni” (ni estudian, ni trabajan) de compleja
recuperación, viven en hogares pobres de zonas marginales, padecen de rezago
educativo con débiles conocimientos de lecto-escritura, cálculo y pensamiento
abstracto.
El Foro Económico Mundial señala que las 62 personas más ricas tienen
igual riqueza que la mitad más pobre de la población mundial, unas 3500
millones. Bill Gates fundador de Microsoft- según el nuevo ranking mundial
divulgado por la revista Forbes, está primero entre los supermillonarios. La
FAO (2015) estima que hay 795 millones de personas desnutridas. De inmediato,
surge una pregunta con su inevitable respuesta: ¿están en las mismas
condiciones de gobernar unos y otros? Más allá que en el mejor de los casos-
los habitantes de un país a partir de determinada edad puedan votar y ser
votados para decidir los gobiernos de turno, ¿están en las mismas condiciones
de participar, de influir? Y si además conocemos que el club de los
multimillonarios, de las trasnacionales, de los gigantes financieros, el
denominado Club de Bilderberg, dicta pautas a todos los organismos mundiales
(ONU, FMI, BID, Banco Mundial, OTAN) y pesa en las decisiones de Estados Unidos
y la Unión Europea que a su vez las imponen en el mundo siempre que pueden, ¿qué
efectividad tienen las democracias actuales, los presuntos gobiernos del
pueblo? La democracia ateniense excluía
a los esclavos, los metecos y las mujeres. La democracia burguesa liberal es
más inclusiva, pero también, más hipócrita.
Noam Chomsky, reconocido intelectual estadounidense, ha escrito “Diez
Estrategias de Manipulación”. Explica que los medios masivos de comunicación
desvían la atención de los problemas importantes, e inundan con distracciones e
informaciones insignificantes; abundamos
tales como crímenes, accidentes, catástrofes naturales, eventos deportivos, pero ignoran los grandes
acontecimientos mundiales excepto breves menciones, las actividades solidarias, la vida de las
organizaciones sociales, las angustias de los hogares populares. Estimulan la
ignorancia, la mediocridad, las modas vulgares, los valores consumistas, la
obediencia, la pasividad frente a las injusticias.
¿Qué Democracia
Defendemos?
Sin embargo, de la denuncia de la hipocresía escondida tras la fachada
democrática, no debe concluirse que la democracia nos sea indiferente. Aún esta
democracia, en la que se ejerce la dictadura de la burguesía, no es indiferente
a los trabajadores ni a las clases populares. Es que en la medida que
formalmente reconoce la igualdad entre los ciudadanos y tolera mayores
libertades para los explotados y oprimidos, es
preferible al fascismo, a la
dictadura militar, a los regímenes de la `seguridad nacional’. Es más, las
conquistas de los derechos y las libertades, son frutos de las duras
luchas de esos pueblos. De modo que ni a
los trabajadores ni al pueblo le resultan indiferentes las formas de opresión y deben deslindarse
del error de `izquierda infantil’ de meter en la `misma bolsa’ a la democracia, la dictadura militar, el fascismo,
etc.
¿Qué democracia defendemos? El salto cualitativo positivo a la
democracia verdadera, en manos de las grandes mayorías populares, exige barrer
con la máquina represiva utilizada contra ellas, y precaverse contra sus
propios representantes y funcionarios. Desde la rica experiencia pionera de la
Comuna de París (1871) se conoce que el Estado debe ser defendido de la
corrupción y desidia burocráticas por las grandes masas movilizadas.
¿El Retorno A 1950?
Al día siguiente de la victoria en Maracaná del 16 de julio, de los
balcones de “El Día” (diario oficialista batllista) cuelga el siguiente texto: “Los campeones del
mundo son hijos del país más libre del mundo”. Se expone que con la
“Democracia” Uruguay era una ínsula privilegiada mundial. La alocución de
Vázquez el 1º de marzo pretendiendo expresar a “todos los uruguayos”, intenta
la repetición de esa ubicación en nuevas condiciones históricas, pues tiende a
demostrar la excepcionalidad: las cifras mejoran, los conflictos se superan, no
hay lucha de clases, no hay imperialismo, y Uruguay vuelve a la palestra
internacional ocupando un sillón en el Consejo de Seguridad. Se defiende la
corrección de la política exterior, el acercamiento a la Argentina de Macri, la
primordial defensa del grado inversor, la no elevación de pautas salariales,
etc. Y es sabido aunque la historia no es cíclica, no se repite, se asemeja a
una espiral con ascensos y descensos de larga y de corta duración- que las
“democracias” donde el gran capital patrocina o tolera a mentirosos con
posibilidades de engañar por algunos años, terminan gestando resistencias y
agudizan la lucha de clases. Eso sucede ya en la década del 50 y desemboca en
la represión generalizada de la dictadura de la “Seguridad Nacional”. Eso sí,
pasarán años antes que se desnude la realidad para las grandes mayorías.
Mientras, el gran capital imperialista aprieta la soga y, a su pesar, gesta en
el tiempo procesos revolucionarios. Procesos que con variantes nacionales, con
la mundialización del capital o “globalización”, internacionalizará la lucha de
los explotados. Ante ese futuro la gran tarea histórica es reconstruir a la
izquierda anti sistémica. Es crear con otras pautas nuestro “Club de
Bilderberg”, el de los explotados y
oprimidos. O para decirlo en términos más tradicionales, poner proa hacia la
Quinta Internacional, revisando crítica y autocríticamente las anteriores.
jlui@vera.com.uy
Publicación Barómetro
internacional.barometro@gmail.com
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