25/Abril/2014
Desde Venezuela
Ucrania, la espiral centrífuga
del caos
Miguel Guaglianone
En un análisis anterior veíamos
como en Ucrania la intervención extranjera que planificó y estimuló la
desestabilización del gobierno de Victor Yanukovih y provocó el "golpe
suave" -que no solo lo destituyó sino que puso en el gobierno a un
variopinto grupo integrado por elementos que van desde el fascismo de la
ultraderecha hasta las elites más corruptas del país- generó un escenario
social de tendencia a la balcanización, en un país tradicionalmente sometido a
fuertes tensiones internas. La
intervención de los factores externos y la toma poder por un gobierno
improvisado que no cuenta con ningún respaldo popular sino solo con el apoyo de
potencias extranjeras, provocó la potenciación de los factores segregacionistas
y la aparición de potentes fuerzas centrífugas que tienden a la destrucción del
estado-nación ucraniano.
El proceso ha seguido adelante y el escenario previsto está
lamentablemente configurándose rápidamente. El caos interno, la falta de poder
real del gobierno impuesto, las nubes de tormenta que se presentan en el
panorama económico y social, están creando las mejores condiciones para una
especie de "explosión" (o implosión y colapso) de las estructuras de
poder del estado ucraniano.
Crimea
La secesión de Crimea ha sido el primer paso. Una región que ha
pertenecido tradicionalmente a Rusia, que se incorporó a Ucrania a partir de
una decisión administrativa de 1954 de la Unión de Repúblicas Socialistas
Soviéticas, y que desde 1992 se convirtiera en una "República
Autónoma" todavía formando parte del Estado ucraniano, realizó apenas
consolidado el Golpe de Estado en Kiev un referéndum popular que decidió por
absoluta mayoría su nueva anexión a Rusia.
A pesar de la condena a ese referéndum por parte de los Estados Unidos y
Europa (que sin embargo en el caso de Yugoeslavia habían promovido y defendido
el referéndum en Kosovo que decidió su autonomía), y de que bajo su presión la
Asamblea General de las Naciones Unidas lo declarara inválido, en poco menos de
un mes Crimea ha pasado a pertenecer nuevamente a Rusia, sin tener tampoco
ningún peso las ridículas "sanciones" impuestas al gobierno de Putin
por Occidente.
Era previsible que Rusia no fuera a permitirse perder el control de la
península de Crimea, estando anclada en el puerto de Sebastopol su gran flota
del Oeste con acceso desde allí a la salida a través del Mar Mediterráneo, y
que la población (de origen ruso en su inmensa mayoría) estaría dispuesta a
volver inmediatamente a su "madre patria". Sin embargo quienes
planificaron la caída del gobierno de Yanukovich no parecen haber considerado
(cosa bien significativa pues en ello han estado involucradas varias agencias
de "inteligencia") que no iba a ser tan sencillo ni gratuito
cercenarle a Rusia esa salida estratégica vital, sin que hubiera -tal como
sucedió- una firme respuesta del gobierno de Moscú.
Las otras provincias
Entre tres y cinco del resto de los veinticuatro óblast (estados o
provincias) que conforman la estructura de Ucrania se encuentran en una
situación similar a Crimea. Sin tener la importancia estratégica vital de ella,
están sin embargo compuestas por una mayoría de habitantes de origen ruso que
también, ante el desmoronamiento de Ucrania, aspiran ser parte de la Federación
Rusa. En ellas entonces la tensión social es muy notable y se potencia aún más
teniendo en cuenta que las autoridades designadas por el gobierno central de
Kiev están constituidas en su mayoría, no por políticos que puedan tener alguna
ascendencia y apoyo populares, sino por grandes "capitalistas"
locales, muchos de ellos socios del grupo de Julia Timochenko, la millonaria
que fuera impuesta en el poder por la "Revolución Naranja" y que
estaba en la cárcel acusada de corrupción durante el gobierno de Yanukovich
(hoy no solo está libre sino que aspira a candidata a la presidencia en las
prometidas futuras elecciones).
Sin intervenir directamente, el gobierno ruso ha declarado su simpatía y
apoyo a estos movimientos secesionistas, posiblemente previendo lo que estamos
considerando, que en el caso de una balcanización general de Ucrania, parte de
su territorio pueda mantenerse bajo un cierto control de Moscú. No hay que
olvidar que a través del territorio ucraniano pasan los principales gasoductos
con que Rusia abastece a Europa y otros países de la región, con lo cual si
bien allí no existe allí la importancia militar de Crimea, si sigue siendo una
región de gran importancia estratégica
para la Federación Rusa.
El caos económico
Estas tensiones se desarrollan en un panorama de grave crisis económica.
Ya desde el gobierno de Yanukovich la situación de la economía de Ucrania era
delicada. Crisis de producción, desempleo, déficit fiscal constante, creciente,
acumulación desenfrenada de capital en un reducido grupo de millonarios y
empobrecimiento acelerado del grueso de la población son sus características.
El factor que detonó la intervención extranjera y el Golpe de Estado fue la
negativa de Yanukovich a firmar un acuerdo económico con la Unión Europea que
obligaría a Ucrania a tomar "medidas de ajuste" que agravarían
notablemente esa ya insoportable situación económica, y a buscar en Rusia un
acuerdo que permitiera una ayuda que no tuviera ese alto costo social.
El gobierno impuesto ha significado en este aspecto saltar de la sartén al
fuego. Ya la titular del FMI (Fondo Monetario Internacional) está explicando
las duras condiciones que impondrán a Ucrania para concederle "ayuda
económica", y una cosa similar acontece con la posible ayuda que Barak
Obama está gestionando frente a su Congreso o con las supuestas ofertas de
ayuda de la Unión Europea. Los "paquetes de ajuste" que los
organismos y naciones occidentales
imponen a los Estados que "ayudan" consisten sobre todo en
acelerar el empobrecimiento de las grandes masas, a las cuales se despoja de
todo tipo de asistencia social, en un sistema de privatizaciones que obliga a
los estados a vender a precios de gallina flaca todos los sistemas productivos
y de servicios que posea al capital privado (por supuesto para que los maneje
sin ningún tipo de control), en cambios en el sistema tributario que cargan a
las mayoría y alivian a los grandes capitales, y en otras medidas del mismo
tenor.
El caos político
A la vez, la situación política es desastrosa. En el gobierno impuesto,
las fuerzas de la ultraderecha presionan una agenda de intereses propios,
mientras que el sector de los grandes capitalistas intenta imponer los suyos.
El saldo es la debilidad real de un gobierno central que no logra que las
estructuras del Estado le obedezcan, y a las cuales no presenta orientaciones
coherentes. Mientras que las Fuerzas Armadas -que frente al "golpe
suave" se declararon "neutrales e institucionalistas"- no terminan
de constituirse en su brazo armado, ya que si bien oficialmente son leales al
gobierno central, en la práctica se resisten a sus órdenes. Todo este proceso
dentro de un panorama de corrupción generalizada (que no inventaron los
actuales mandatarios, sino que ya estaba ahí desde antes) que interfiere
constantemente en la toma de decisiones políticas efectivas.
No solamente están presentes entonces las fuerzas centrífugas
segregacionistas, sino que al estilo de lo sucedido en Libia, cada islote de
poder existente alimenta primero sus intereses particulares y echa leña al
fuego de la disgregación.
Hecho económicos tales como el aumento a precios internacionales del gas
que Rusia vende a Ucrania (lo que estaba pendiente de un acuerdo con
Yanukovich) y que es vital para la energía de este país, constituyen más
elementos de agravamiento de la crisis.
Los nuevos escenarios
Los nuevos escenarios que genera este panorama de creciente atomización
del Estado ucraniano son complejos y en alta medida imprevisibles. La tendencia
indica que toda la geopolítica alrededor de Ucrania está a punto de cambiar
radicalmente. Y estamos hablando de una región vital para la interrelación de
este mundo globalizado, el puente entre Europa y Asia, el nudo en la red de
distribución energética de Europa.
Los cambios que se avecinan parecen ser muy graves para todo el planeta
(por no decir que parecen ser catastróficos). Para dar ejemplos de su magnitud,
mencionaremos solamente dos sucesos que han aparecido en estos días en el
panorama noticioso:
En varios medios occidentales se ha hablado de la posibilidad de una
acuerdo entre el nuevo gobierno ucraniano (desesperado por conseguir ingresos a
como dé lugar) y una de las grandes compañías petroleras occidentales, para que
se haga cargo de los gasoductos y oleoductos que atraviesan el territorio
ucraniano y que en este momento transportan los productos rusos. Ante esta
posibilidad es probable que respecto a Europa esta corporación occidental de
energía mantenga la actitud que hiciera pública la alta funcionaria
estadounidense Victoria Nuland: "Fuck Europe" ("que se joda
Europa"). La Unión Europea se quedaría de golpe sin recibir el gas ruso,
que constituye el 40% de su consumo energético en esa área.
Rusia Today (RT) acaba de hacer público un análisis respecto a las fábricas de proyectiles
estratégicos y tácticos de Ucrania, y de su posible inmediato futuro. El más
potente cohete estratégico ruso, el R-36M2 Voyevoda (Satan según nombre de la
OTAN) y el también intercontinental RT-23 Molodets (SS-24 Scalpel, según nombre
de la OTAN) que se dispara desde trenes, son diseñados y producidos en Ucrania.
Al haber cortado el actual gobierno todo contacto militar con Rusia, único
cliente de estos proyectiles, el futuro de las fábricas ucranianas queda
limitado a que el Estado oferte estos productos a otros Estados que tienen
capacidad nuclear pero que no disponen de vehículos tan potentes para sus
bombas (RT nombra a Israel, la India, Pakistan y China, pero podemos agregar
también a Corea del Norte), o a que en su necesidad desesperada de dinero
entregue al capital privado las fábricas, con lo cual los misiles quedarían a
disposición de cualquiera en el mundo que pudiera pagarlos. No es necesario
seguir aclarando hasta qué punto esta situación alteraría sustancialmente el
equilibrio militar global.
En definitiva, el principal foco de tensión geopolítica mundial se ha
desplazado desde el Medio Oriente a Ucrania. Como se está haciendo
habitual gracias a la ceguera de
aquellos que intentan mantener el control del mundo, las perspectivas no
parecen ser demasiado halagadoras. Como siempre, esperemos que la realidad
genere acontecimientos imprevisibles mejores que los que se desprenden de
nuestros limitados aunque bien intencionados análisis.
miguelguaglianone@gmail.com
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