Desde
Panamá
20/Septiembre/2014
¿Puede
el torrijismo salvar al PRD? Las disyuntivas
Por Nils Castro
1.
Como sabemos, en Panamá el sistema político --como sistema de opciones
político-ideológicas y programáticas y como sistema de partidos-- está desacreditado
y ha perdido legitimidad. Aunque tras varias elecciones bien organizadas el
Tribunal Electoral tiene buena aceptación, este no es el caso de las
principales organizaciones y actores político-electorales.
2.
Además, la generalidad de los partidos políticos con registro son conservadores
o de derecha. El Panameñista es conservador; el CD es de derecha radical y
corrupta; el PP es de derecha; el PRD derivó gradualmente hacia la derecha y su
actual cúpula es derechista y tiene integrantes señalados por corrupción.
Del
lado opuesto, los proyectos político-electorales de izquierda han fracasado: el
FAD naufragó en las urnas; la opción convocada por Juan Jované tuvo mejor
aceptación pero dejó de cuajar.
3.
A su vez, los pasados proyectos de centro-izquierda no lograron competir con el
PRD mientras este ocupó ese campo. A diferencia de lo que sucede en la mayor
parte de América Latina, desde que el PRD abandonó su rol inicial de
centro-izquierda patriótica, en Panamá no hay un partido que cubra ese espacio.
Las expectativas de que el PRD recuperase ese rol se han frustrado; por
consiguiente, ese campo está a la espera de un actor creíble.
4.
En las elecciones de mayo de 2014 los votantes no escogieron entre distintas
alternativas político-ideológicas y programáticas, sino en rechazo a la
corrupción y el abuso gubernamental existentes. El factor moral tuvo un peso
decisivo, ya que el 70% de los electores votó contra el candidato de
Martinelli, y entre las dos opciones opositoras escogió a Varela, al percibir a
Navarro y al PRD “azul” como menos representativos de ese rechazo.
5.
Tras dichas elecciones, la vida política panameña ha quedado sin una
organización política creíble que cumpla las funciones de oposición
democrática. El CD no es un partido estable sino un amasijo clientelar al
servicio de una persona. La actual cúpula del PRD no representa una propuesta
coherente sino una combinación temporal de intereses individuales. En
consecuencia, el país requiere una organización política que asuma dichas
funciones.
6.
Esto implica que en Panamá hay una necesidad y una oportunidad sociopolíticas
de instalar un partido de oposición democrática de centroizquierda. No
obstante, ninguno podrá lograrlo sin dar certeza de cumplir tres condiciones
mínimas:
a)
garantizar una política de rechazo a la corrupción del sistema, así como de
poner a sus partícipes ante los tribunales;
b)
asumir y reactualizar las mejores expresiones éticas, sociales y políticas del
pasado político progresista y patriótico del país;
c)
expresar a la clase media educada, a los jóvenes que desconfían de los partidos
y los políticos existentes, a parte significativa de los trabajadores
organizados, y a los productores y las poblaciones del Interior del país (más
que a un mayor número de ciudadanos, importa representar a estos pilares del
tejido social del país).
7.
Lo anterior plantea dos preguntas:
a)
una es si el torrijismo (como corriente progresista y patriótica de la cultura
política nacional) y el PRD (como partido político relevante) aún pueden volver
a confluir entre sí de forma capaz de recobrar --y ampliar-- la aceptación y el
liderazgo necesarios para recuperar el rol de principal fuerza de oposición
democrática;
b)
la otra es si todos los sectores socioculturales interesados en que se forme
una gran organización de oposición democrática de centroizquierda estarán
dispuestos a contribuir a ese propósito, o a aliarse a esa organización, si
ella se forma con base en una refundación del PRD;
c)
en ambos casos, la cuestión es cómo lograrlo.
8.
La primera pregunta implica reconocer al torrijismo como corriente propia de la
cultura política nacional, surgida de la historia social panameña. Además,
requiere diferenciar entre esa corriente ideológica y el PRD. En efecto:
a)
El torrijismo nació como sucesor de los valores y demandas de las grandes
movilizaciones populares de 1947, 1958 y 1964, entre otras. En rechazo a la crisis
política y moral de finales de los años 60, expresó la indignación y las
aspiraciones ciudadanas, a las cuales nutrió con las ideas de su tiempo: el
nacionalismo y el desarrollismo revolucionarios, el antiimperialismo y el
no-alineamiento.
El
torrijismo logró sus mayores realizaciones en los 10 años anteriores a la
fundación del PRD, tales como el sistema de representación popular, el Código
de Trabajo, los asentamientos campesinos y la creación del sector agropecuario,
las empresas nacionalizadas y la intervención del Estado en la economía, las
reformas sociales y del Estado plasmadas en la Constitución de 1972, el
robustecimiento de la independencia política y la soberanía del país, la
eliminación de la Zona del Canal y el calendario de integración de la vía
acuática a la economía nacional, etc., etc.).
b)
El PRD se fundó después, con la reapertura de los partidos políticos, a fin de
dotar al torrijismo de un instrumento político para defender y consolidar las
conquistas socioeconómicas e institucionales ya logradas, y continuar el
proceso revolucionario por medios democráticos.
No
obstante, los éxitos del PRD como organización electoral --debidos a la
popularidad torrijista-- enseguida lo volvieron apetecible como medio para
buscarse oportunidades personales de gobierno y poder. Tras la desaparición del
general Torrijos, a falta de un filtro adecuado, eso propició el arribismo, el
clientelismo y la desideologización del PRD y, con esto, un paulatino abandono
de los objetivos democrático-revolucionarios que le habían dado nombre al
partido.
9.
Las respuestas a la segunda pregunta --si los demás sectores interesados en
formar una oposición de centroizquierda secundarían un proyecto basado en una
refundación del PRD-- inevitablemente dependerán de estas últimas
consideraciones.
a)
El abandono de los objetivos originarios del PRD causó un gradual alejamiento
entre el pueblo torrijista y la cúpula oficia del partido. Esa degradación
comenzó desde la muerte del General Torrijos, cuando el mando de la Guardia
Nacional desacató el “repliegue”, sometió a la Dirección del PRD e inició la
“destorrijización”.
Los
errores de los jefes militares desnaturalizaron al partido y propiciaron la
crisis que al cabo sirvió de pretexto a la Invasión. Posteriormente, el PRD dos
veces ganó las elecciones gracias a la esperanza de los torrijistas de
recuperar el proyecto original. Sin embargo, gobernó sin un proyecto
equivalente al de Omar y en otra situación ideológica y geopolítica, bajo la
hegemonía unipolar norteamericana y la embestida del pragmatismo neoliberal
contra los ideales torrijistas.
b)
Se buscó contrarrestar el alejamiento entre el torrijismo y la directiva del
PRD con iniciativas como la del Congreso ideológico del 2001, que reactualizó
los objetivos y el carácter programático del partido. Pero después, en las
campañas electorales del 2009 y el 2014 se volvió a entronizar la degradación
oportunista y clientelar. Al partido le inflaron la cantidad de afiliados
deteriorándole su composición moral, ideológica y organizativa. Esto agravó el
divorcio entre el torrijismo y las campañas del PRD, arruinó la identidad del
partido y le causó crecientes fracasos. Con ello aumentó la desconfianza de
gran parte de la población --incluidos numerosos torrijistas-- sobre la solvencia
política de muchos directivos y candidatos del PRD, crisis que llegó a su
extremo con el actual secuestro de sus órganos de dirección.
Aun
así, debe recordarse que muchos de los arribistas que hoy enturbian la imagen
del PRD ingresaron al mismo hace mucho y sus peores rasgos salieron a flote por
efecto de la desideologización del partido.
10.
Reponer al PRD como el abanderado de un nuevo proyecto transformador del país,
exige mucho más que cambiar los miembros de sus órganos directivos. La
descomposición del partido también afecta a varias otras de sus estructuras. De
hecho, aunque muchos miembros del PRD aún reconocen al partido y sus símbolos,
numerosos jóvenes y ciudadanos que pudieran compartir los valores y fines del
torrijismo tienen sentimientos de rechazo a gran parte de los dirigentes y
parlamentarios del PRD. Ello obstaculiza el necesario acercamiento del partido
a los demás sectores dispuestos a integrar una oposición democrática y
confiable.
11.
Lo esencial del problema es que el torrijismo, como expresión de las
aspiraciones progresistas y patrióticas del país, junto con las corrientes y
sectores afines, requiere una organización política capaz de congregarlos y
movilizarlos.
Para
que el PRD vuelva a cumplir esta misión se requiere un trabajo de reingeniería
del partido y de su imagen pública. Esto exige refundar el partido y depurar
tanto sus estructuras y costumbres políticas como sus abarrotados libros de
inscripción, para lograr calidad en vez de abultamiento. Solo un proceso
radical puede hacerlo, ya que eso no podrá concretarse mediante las actuales
estructuras y normas sin caer en una simulación gatopardista, conducente a
volver a lo mismo.
12.
Si esto no se hace a tiempo, o se hace a medias, el PRD corre los riesgos de
ser desplazado por otra opción política o la de escindirse. El espacio y la
demanda sociopolíticos de crear un movimiento de centro-izquierda existe y
tiene potencial entre quienes ya dejaron de identificarse con los dirigentes y
símbolos oficiales del PRD, entre los torrijistas que se han alejado del
partido y, particularmente, entre las generaciones cuyas inquietudes cívicas se
formaron después de la Invasión. Los torrijistas tenemos la perentoria
responsabilidad de impulsar esa transformación y depuración. De eso depende si
el partido de Omar se hundirá en la insignificancia o se ganará un puesto en el
camino de la emancipación y el desarrollo nacionales.
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