Desde Brasil
12/Diciembre/2014
Escenario post-electoral
Marchas del 15 de noviembre en el epicentro de la política brasileña
Por Bruno Lima Rocha
El debate a respecto del escenario post-electoral, en contra de lo que
muchos esperaban, no han disminuido. Ha aumentado la intensidad de las
protestas por la derecha, y al mismo tiempo, abre todo un abanico de
posibilidades para poner al gobierno elegido contra la pared, lo que reduce aún
más su bajo margen de maniobra. Podemos identificar cuatro posibilidades dentro
del complejo escenario donde se realizan escenarios simultáneos de lucha.
Estos son:
La disputa directa generada de Aécio Neves y la dirección nacional del
PSDB antes de la reconstrucción del gobierno reelecto, su objetivo es acumular
la fuerza electoral de 2018; éstos con aliados de la derecha, más
radicales, llamando a adoptar,
posiciones similares a las de la oposición venezolana, cuestionando la
imparcialidad de las elecciones y, por extensión, su resultado
En el nivel jurídico-político, la Comisión Parlamentar de Investigación a
respecto de la Petrobras (gestionada por el Congreso) ha clavado sus dientes en
la base del presidencialismo de coalición, atingindo PT, PP y PMDB (los tres
mayores partidos que conforman la alianza del gobierno nacional), yendo más
allá de los contratistas más grandes del país; en este escenario, aunque corte
en la carne, la federación de las oligarquías estatales y regionales que se
reúne el acrónimo PMDB es el que puede aprovechar esta oportunidad (el vicepresidente
de la república es Michel Temer, que pertenece a este partido). Las oligarquías
ya han apuntalado a su líder en el Congreso. Este es el diputado federal por el
estado de Rio de Janeiro, Eduardo Cunha, del PMDB
Dentro de la disputa sin pausa alguna, hay mucha posibilidad de fuego
amigo en Petrobras IPC como un avance aún más peligroso, con la posibilidad de
la no aprobación de las cuentas de campaña de Rousseff
El paisaje tampoco es bueno por la izquierda; la lógica se repite con una
serie de promesas incumplidas y la fragilidad de un gobierno que aún genera
cohesión en el partido de gobierno. Desde la plataforma de movimientos
sociales, donde la izquierda social está alineada al gobierno de alguna forma,
desde la central sindical del PT (la CUT) o una agrupación más distante (como
el poderoso Movimiento de los Trabajadores Sin Techo, el MTST) hasta las
agrupaciones mucho más a la izquierda (como las que organizaron las protestas
2013). El lulismo tiene cuentas por pagar con la militancia y al parecer sólo
se acuerda, si la presión viene de abajo hacia arriba; esta postura puede ganar
entornos de apoyo táctico (si la base social del gobierno) o de manera tácita
(si la dirección nacional del Partido Socialismo Libertad, el PSOL, no debería
dejarse funcionar como un auxiliar de la línea del gobierno) hacia una medida
concreta de las reformas básicas.
Expuestos los cuatro frentes donde el gobierno puede ser tanto sacudido
como prevención (caso de los movimientos incontrolados de la CPI de la
Petrobras derivados de la investigación de la Policía Federal en la Operación
llamada de Lava Jet), cabe analizar los textos que siguen diferente en la
política brasileña en la actualidad.
En el fin de semana (Sábado, 15 de noviembre), fecha esta que coincidió
con la fiesta de la proclamación de la República (en el año de 1889), las
derechas han organizado una serie de actos públicos para volver a intentar un
clamor moralista y popular a nivel nacional. Aunque hubo una convocatoria con
un sentido común típico de la antigua UDN (Unión Democrática Nacional, un
partido pro-yankee que existía en Brasil hasta el Golpe Militar de 1964), las
protestas demostraron cómo se dividen los conservadores. Hago hincapié en lo
obvio: el hecho de que las derechas estén divididas no hace que esto sea menos
peligroso.
Si los demócratas liberales ven con temor los gritos de "intervención
militar", también es posible observar un uso tácito de los altos mandos
del PSDB. Estos actos de repudio a la victoria, en las urnas de la democracia
indirecta, fueron convocados desde una postura neoliberal, en línea con la
nueva derecha brasileña (como el Instituto Millenium y sus aliados). Las
protestas también afectan a la voluntad de movilizar viudas del golpe de 1964,
como el congresista Eduardo Bolsonaro (São Paulo PSC) y sus partidarios en el
conservadurismo Pentecostal. Están representados por la leyenda del PSC (el
mismo partido del pastor homofóbico Marco Feliciano) dirigidos por el "pastor" Everaldo, tienen
una línea política comparada a un híbrido entre el Tea Party y el NeoCon
estadounidense. Estas personas claman sin vergüenza alguna por la defensa del
orden interno, atributo constitucional del ejército, como en última instancia,
convocando la fuerza terrestre para mantener el status quo.
El enfrentamiento dentro de las derechas, no espero mucho tiempo en
ocurrir, ya aparece al principio del segundo gobierno Dilma. Los que de una
forma u de otra cuestionan la legitimidad, tienen presencia difusa en las redes
sociales y operan a través de figuras mediatizadas. Lobão (un cantor de rock
que era un rebelde en los años `80), por ejemplo, se arriesga a lo que queda de
su reputación (si algo quedó ....), mezclándose con gustos con pensadores
conservadores como Olavo de Carvalho (ocupando el papel de intelectual orgánico
de la derecha, tratando de ser figura ecuménica entre los conservadores) y
compartir la calle con el diputado estadual por São Paulo, el coronel Telhada
(PSDB-SP). La fractura de la derecha llegó incluso a abandonar el acto (ilegalmente)
de São Paulo y declarándose - a través de su cuenta personal de Twitter - como
"traicionado por la manipulación de la extrema derecha".
La "suerte" de gobernismo es el límite de la derecha en su brío
moralista. Esto se debe a que, en la Operación Lava Jet están bajo la lupa PF
los contratistas más grandes de Brasil y la derecha neoliberal está limitada
por la crítica de los ataques bismarckismo Tropical PT en los agentes
económicos. La presidenta Dilma – desde la Australia aún, cuando esta concurriendo
a la reunión del G-20 - ya se ha anticipado a este problema, tratando de
defender los contratistas (pidiendo a la atención de la generalización) y
Petrobras. Atacar el Estado (en particular a sus empresas de capitales mixtos,
a empeza por la mayor empresa de América Latina) a partir de la estatal del
petróleo brasileño, nunca fue un
problema para los neoliberales, así como sus descendientes; pero, atacar el
grande capital nacional, siempre ha sido algo que las derechas brasileñas
evitan.
El epicentro de la política nacional se encuentra en São Paulo
El escenario post-electoral sigue abierto y tiene su epicentro en São
Paulo en dos conflictos simultáneos: uno, de orden táctico y buscando la
acumulación electoral, se opone a la ciudad de São Paulo, gobernada por
Fernando Haddad - alcalde del PT y ex ministro de Lula – estando por delante el
Palacio de los Bandeirantes (sede del gobierno estadual de São Paulo,
correspondente a 40% del PBI de Brasil), el reelecto político del PSDB, Geraldo
Alckmin. Mostrando los elementos, ya citados al comienzo de este análisis,
marcada por la lucha social y con cierta participación de la izquierda política
(escenario donde el PT orgánico poco o nada se interpone) ha tomado como meta
impedir algún retroceso una vez que hay una idea estratégica tanto de la
extrema derecha como el ala neo-liberal que en conjunto si ha identificado y
aglutinado en la segunda ronda de la campaña, y ambos sectores apuntan al
candidato derrotado Aécio Neves Henrique para ser el una espécie de Capriles
brasileño.
Ahora al concluir este análisis cuestionamiento: - ¿La unidad de la
izquierda comienza por donde, con la espera de que los sectores cercanos al
lulismo operen como apoyo crítico del pacto de clases? ¿No sería el momento
para concretar una carta peleando por reformas básicas, un programa de medidas
populares, como el programa marcado por las izquierdas no electoralistas en sus declaraciónes de "voto" en
las últimas elecciones?
Este analista se ve obligado a
apuntalar algo, cargado que están estas palabras con los lazos con la
línea libertaria, equilibrando el texto entre mi voluntad y rigor analítico,
señalando lo siguiente; Cualquier acto o reclamo que pueda borrar el gobierno y
al mismo tiempo, dar a la lucha necesaria contra el grotesco fortalecimiento
del ala derecha, en la versión brasileña de Henrique Capriles; cualquier acción
en este sentido, es bienvenida.
Las fuerzas políticas y sociales tienen de avanzar, para imponer su programa (como la reforma
agraria, la democracia de los medios de comunicación, la reforma urbana, la
reforma política con la democracia directa) y jamás aparentar estar operando
como línea auxiliar de un gobierno, que aunque reelecto, ya está marcado por
una opción a la derecha como por terribles actos de corrupción. El movimiento
popular brasileño tiene de retomar su arena principal y luego. Esto es, volver
a tomas los espacios públicos y con ganar de lucha. Esto porque, en la calle,
el poder de la gente es siempre invencible.
blimarocha@gmail.com
Publicación Barómetro 24-11-14
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