Desde Venezuela
12/Diciembre/2014
VIRUS de Discriminación Racial
fue inoculado a toda la humanidad
Por Rosso Grimau*
En este 50 Aniversario del Parlamento Latinoamericano sería muy útil para
nuestros pueblos comprometernos por rescatar lo nuestro, lo verdaderamente
latinoamericano y caribeño: ya que un solo color es digno, el color del
corazón, del amor al prójimo y de la solidaridad internacional.
Nuestra postmodernista humanidad es una víctima inocente de la criminal
inoculación malintencionada por parte del imperialismo global de muchos
antivalores culturales presentes en la conciencia colectiva, los cuales son
diseminados viralmente en las masas a través de la acción cotidiana y
sistemática de los medios de manipulación y desinformación, así como también
por parte de la pujante industria del entretenimiento; siendo consciente,
inconsciente o subconscientemente y de manera impune asimilados por nuestros
sistemas educativos y culturales que los difunden y los reproducen en toda la
sociedad, y que nosotros mismos esparcimos por contagio social directo, siendo
parte de los procesos de alienación mental que se esconden detrás de los planes
para lograr la dominación económica mundial.
Entre todos estos antivalores, están presentes de una manera más difusa y
aparentemente inocente los antivalores de belleza física y espiritual,
antivalores éticos y estéticos, que nos alejan cada vez más de nuestra propia
idiosincrasia, conduciéndonos incluso a graves crisis existenciales; para
empujarnos así a consumir productos de “belleza” de la industria cosmética o
aditamentos de vestir y de bisutería, obteniendo una sensación de felicidad
haciéndonos creer que así nos acercamos más a estos patrones impuestos desde
una falsa belleza centroeuropea, entre los que predominan los peores patrones
de la vergonzosa discriminación racial.
El racismo como un antivalor cultural predominante.
El racismo es una de las formas ideológicas de la discriminación humana
más antigua y más extendida en todo el mundo, este se basa precisamente en que
la clase dominante en una sociedad asume como valores superiores y normales
ciertas características étnicas y de belleza física de sus orígenes de clase,
denigrando de toda otra tipología humana que se aparte del patrón establecido
por ellos. Una vez que se establece ese patrón racial de dominación es
manipulado para la discriminación de los grandes sectores populares, de forma
tal de disminuir o anular los derechos de los dominados al goce y ejercicio de
éstos en los aspectos sociales, educativos y culturales, evitando que puedan
acceder a las libertades políticas y económicas, que son reservadas para la
élite racial del patrón estético o norma de belleza establecido por ellos
mismos en su dócil entrega al adoctrinamiento y reglas establecidas por el
imperialismo.
Nuestras sociedades inmersas en la dinámica de los mercados de consumo,
son mantenidas dentro de la manipulación y alienación de nuestros propios
valores étnicos naturales, -donde por ejemplo hasta el surgimiento en Bolivia
del Presidente Evo Morales Aima, los propios pueblos originarios bolivianos
siendo mayoría numérica absoluta de la población aceptaban inocentemente que
ellos eran inferiores al blanco caucásico, alejándolos así de su legítimo
derecho a la participación política para conducir los destinos de su patria-;
dándose como aceptados los valores racistas impuestos por el modelo blanco
europeo de dominación, siendo aceptado el patrón hegemónico de belleza
establecido por la dominación occidental euro centrista bajo un modelo físico
escultural del hombre y de la mujer “europeos”, denigrando así de la diversidad
de nuestra propia belleza física presente en todos los elementos estéticos
biológicos naturales que conforman nuestra composición pluriétnica, producto de
la mezcla genética durante el mestizaje colonial, la cual continuó luego con la
inmigración recibida durante las crisis cíclicas de la economía capitalista
causantes de las 2 guerras mundiales y de los actuales conflictos bélicos
inducidos por el imperialismo en África, Asia y Europa.
Es así, como nuestras sociedades inocentemente están inmersas dentro de
los valores inoculados de la discriminación racial, y estos son reproducidos
hasta de manera involuntaria en nuestras relaciones sociales diarias, cuando
incluso en la creciente industria de las novelas de nuestra propia televisión
latinoamericana y caribeña se reproducen las ilusiones de como los blancos y
las blancas son quienes más éxitos obtienen en sus relaciones personales, en
sus relaciones de pareja, en los negocios, en el trabajo, en todo lo que nos
venden como patrones del falso éxito capitalista, de la falsa prosperidad
social, del manejo del poder político y la acumulación individual de riquezas y
bienes de consumo.
Lo mejor del caso, es que incluso en nuestro lenguaje común utilizamos las
palabras blanco y negro, impregnadas en sí de un altísimo contenido de
discriminación racial, ya que nadie en el mundo es realmente de color blanco ni
de color negro, pero así es como se simplifica el racismo, desconociendo incluso
que todos los seres humanos tenemos diversos matices de coloración de nuestra
piel, de ojos y de cabello; y automáticamente afirmamos el sofisma de que
algunas personas son de color, aceptando que alguien pueda ser superior por no
ser de color; que yo sepa nadie es transparente como para aceptar este tipo de
usos inadecuados en nuestro vocabulario y lenguaje común. Por lo tanto, por
ahora es imposible lograr que nuestras sociedades no sean racistas, ya que este
es un antivalor cultural arraigado que tiene una larga presencia en nuestro
acontecer diario, siendo necesaria la promoción de un proceso de revolución
cultural enfocada en recuperar nuestros propios valores éticos y estéticos.
Precisamente detrás de los planes de dominación económica y control de
nuestros recursos naturales, están enmascarados los planes de destrucción de
nuestros propios valores étnicos y culturales como un primer paso de la
dominación mental permisiva a la inoculación de valores foráneos, los cuales
son introducidos a través los falsos patrones de la moda y de la belleza física
que nos imponen a través de muy incisivos mecanismos de inoculación viral a
través de unos bien estudiados patrones exógenos como los de la barbie y el
ken, o algunos mucho más denigrantes de todos los valores humanos como los del
más actualmente extendido comic japonés de los géneros del anime, el manga y el
hentai, con la consiguiente venta de todos los productos innecesarios de un
mercado de consumo suntuario y artificial de las grandes transnacionales de las
industrias textil, del calzado, de los productos cosméticos y farmacéuticos
tanto de belleza como de dietas, así como de los costosos tratamientos
estéticos y de las cirugías plásticas para dejar de ser como somos para
parecernos a lo que jamás seremos.
Sucumbimos así, sin darnos cuenta a la transformación de nuestros futuros
ciudadanos, al vil y cruel envenenamiento de las mentes de nuestros niños y
jóvenes ante esos patrones impuestos de una supuesta belleza física y de una
falsa felicidad espiritual, en los cuales vienen inmersos los antivalores
raciales, quedando condenados al mercado de consumo que nos haga sentir mejor
de lo que somos para poder alcanzar lo que el capitalismo burgués nos vende
como el éxito y la felicidad individual. Ya que también, nos han acostumbrado a
creer como cierta la realidad virtual que nos imponen por intermedio de una
fastuosa imagen de efectos visuales y sonidos envolventes muy subliminales
(excelente, eficaz y eficiente instrumento de engaño), donde únicamente las
personas que puedan parecerse a dicho patrón de belleza externa e interna
lograrán disfrutar de los lujos, lujurias, placeres y orgías, inmersos en el
mundo de los excesos en licores, dinero, drogas, poder y toda una larga serie
de perversiones.
Estos patrones de belleza externa, aunque no nos demos cuenta se basan en
la discriminación racial, nos establecen todo un complejo patrón de colores de
piel, ojos, cabello, labios, uñas, ropa, accesorios, etc.; pero además nos
establecen también patrones raciales menos evidentes como son los perfiles del
rostro, de la nariz, de las cejas y pestañas, la forma de los ojos, de los
labios, de las orejas, tipos de cabello aceptables, incluso la belleza pasa
también por patrones de mayor profundidad corporal como lo son la estatura, la
complexión, la delgadez, la forma y el tamaño de los brazos, de las piernas, de
los senos, de los glúteos, en fin de todo lo que sea inhumanamente posible
modificar a través un módico, no tan módico, o incluso muy oneroso costo
económico. Exigiéndonos incluso caer en lo humanamente imposible, ya que para
aumentar este incontrolado mercado del consumismo antinatural, se nos presentan
intencionalmente patrones de belleza que mezclan características de un origen
étnico con otro contrapuesto, de manera de obligarnos a soñar con un cabello
rubio y crespo a la vez, o con una tez morena y cabello negro completamente
liso, obteniendo un eterno cliente para ciertos productos que modifican tu
naturaleza étnica para adaptarla al patrón dado. Configurando también así el
negocio redondo de la obsolescencia programada de los patrones de belleza por
intermedio de los cíclicos cambios que nos impone la cambiante moda desde los
centros estéticos del “jet set” internacional.
En el fondo nos venden poder alcanzar una supuesta felicidad virtual,
cuando lo que se logra en verdad es llevarnos a un estado de completa
frustración interna que nos mantiene pendientes y cautivos de intentar siempre
de llegar a ser lo que no somos, anulando todos nuestros valores culturales
originarios y cercenando la posibilidad real de alcanzar la felicidad, nos
sumergen en un estado de inferioridad alienante que no nos permite superarnos
en nuestra propia formación de la conciencia política e ideológica; es la
castración del ser humano a ser uno mismo, lo que nos convierte en cualquier
tipo de piltrafa que puede ser manejada al antojo de los peores intereses
económicos y nefastos del poder.
La felicidad humana solo podrá alcanzarse una vez que nos liberemos
colectivamente de todos esos antivalores culturales que nos fueron impuestos, y
que nos demos cuenta que cada individuo posee su propia belleza física y
espiritual solo por el hecho de vivir en paz y en libertad con sus propios
valores étnicos y culturales, y que debemos de amar al prójimo tal como es,
comprendiendo nuestra hermosa diversidad natural pluriétnica y multicultural,
la verdadera belleza está precisamente en esa amplia gama de colores, de
sabores, de sonoridades, de tonalidades, de olores, de tamaños, de proporciones
y de formas, de costumbres y de expresiones culturales, de idiomas,
características que nos hacen a cada cual únicos sobre la faz de la tierra, y
que nos diferencian del otro que es nuestro igual en los mismos derechos y
deberes para coexistir en paz y en armonía, con el debido amor al prójimo y la
necesaria solidaridad internacional.
Lo que les puedo asegurar es que para poder alcanzar esta máxima del
humanismo de respetar a nuestros iguales tal como son, debemos acabar con el
sistema capitalista que nos divide y oprime, y avanzar en la construcción del
socialismo para lograr un mundo mejor, donde desaparezcan las discriminaciones
de todo tipo, de clase, de género, de origen étnico, de edad, de nacionalidad,
de creencias religiosas, de nivel de estudios, de tipo de trabajo (físico o
intelectual), etc.
Es en este sentido que urge acordar cambios en nuestros sistemas
políticos, jurídicos y de gobierno, para abocarnos a la necesaria construcción
de un nuevo sistema educativo liberador del conocimiento, formador del nuevo
ser humano libre de patrones alienantes, forjador de la esperanza de
convivencia pacífica para la construcción colectiva de la paz mundial, el
respeto mutuo, la tolerancia, la visión cosmogónica que nos permita la
supervivencia de la especie humana y el desarrollo del Vivir Bien (“Suma
Qamaña” del Aymara, o “Sumak Kawsay” del Quechua), en armonía con nuestro
entorno natural, respetando todos los Derechos Universales, los Derechos
Humanos, el Derecho de la Tierra (la Pacha-mama), el Derecho del Agua, el
Derecho del Aire, los Derechos de los Pueblos, el Derecho de Autodeterminación,
el Derecho de Libertad, el Derecho de Soberanía, el Derecho de Independencia,
el Derecho de la Paz Mundial, y el Derecho de la Vida. Donde ningún interés
político o económico hegemónico pueda pasar jamás por encima de ninguno de
estos Derechos Universales, como pretende lograr el imperialismo a través de la
privatización del conocimiento y a la privatización de la vida natural,
pretendiendo poder ejercer libremente mecanismos jurídicos en el derecho
privado internacional para patentar la genética de los organismos vivos, en su
criminal pretensión de dominar el mundo pisoteando incluso los más elementales
Derechos Universales en su perverso afán de monopolio económico.
*Roso Grimau, Diputado por el PCV al Parlatino,
16/11/2014.
Publicación Barómetro 17-11-14
Los contenidos de los análisis publicados por
Barómetro Internacional, son responsabilidad de los autores.
barometrointernacional@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario