Desde Venezuela
12/Diciembre/2014
En Kobane Se Defiende Mucho Más
Que La Identidad Kurda
Por: Sergio Rodríguez Gelfenstein
A Miguel Guaglianone, hermano y
compañero de luchas y de sueños
Sin embargo, tras bambalinas, las acciones en Kobane son expresión de la
multiplicidad de factores que están presentes en el conflicto del Medio
Oriente, los intereses de los países que participan directamente en las
acciones y de las potencias que han intervenido militarmente en los hechos.
En un primer momento, Estados Unidos, minimizó el potencial terrorista del
EI. Ello permitió su crecimiento y expansión sin cortapisas de ningún tipo. Así
mismo, las acciones de esta banda
extremista han puesto sobre el tapete el papel tenebroso que siempre ha
jugado Turquía en el escenario de las acciones. Su discurso y accionar han sido
contradictorios, por una parte ha suministrado armas y apoyo al EI para que
éste elimine la resistencia kurda y al mismo tiempo envía señales difusas en
cuanto a su involucramiento en las acciones.
El ex canciller y actual primer ministro Ahmet Davutoglu anunció el pasado
3 de octubre que su país no iba a permitir que Kobane cayera en manos del EI.
No obstante, el propio Presidente Recep Tayyip Erdogan lo refutó cuando afirmó
pocos días después que Turquía se involucraría en la defensa de Kobane bajo
ciertas condiciones: el establecimiento de una zona de exclusión aérea, la
posibilidad de entrenamiento de las fuerzas de lo que llama “oposición moderada
siria” y una estrategia directa que conduzca al derrocamiento del presidente
sirio Bashar el Assad. Días después la propia OTAN y las potencias occidentales
rechazaron tales condiciones.
Turquía a su vez, objetó el apoyo bélico de Estados Unidos a los kurdos
que resisten en Kobane, bajo el argumento de que se está fortaleciendo al
Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), organización considerada como
terrorista por este país. Vale decir que, los ataques aéreos y suministros
logísticos que Estados Unidos está
ejecutando en la región se realizan en el marco de la ambigüedad típica de la potencia cuando
interviene militarmente, sin objetivos claros que cumplir. Así, se hizo
aparecer como un error que ciertos pertrechos hechos llegar por vía aérea a los
kurdos, cayeran en manos del EI, lo cual deja muchas dudas al respecto.
La coalición creada para combatir al EI ha gastado alrededor de 1000 millones de dólares en tres meses de
acciones. En ese período han realizado un número cercano a 1800 incursiones
aéreas, de las cuales 1100 han sido ataques misilísticos. De esa cantidad,
Estados Unidos ha aportado 467 millones de dólares. Estas cantidades son
ínfimas si se les compara con otras acciones realizadas por la potencia
norteamericana en el pasado reciente, por ejemplo en Afganistán e Irak. Vale
decir que la cantidad de misiles
lanzados en 3 meses por la coalición liderada por estados Unidos es el
equivalente a lo que las fuerzas armadas de Israel usaron en 2 días durante el
asedio inhumano contra Gaza el pasado mes de julio.
Voceros estadounidenses autorizados han informado que se necesitarán al
menos 3 años de acciones directas para lograr debilitar al EI. Eso es mucho
tiempo si se compra con las acometidas fulminantes que llevaron a la derrota de
los talibanes en Afganistán en 2001 y de Saddam Hussein en Irak en 2003. En
este contexto, sería válido preguntarse a qué obedece este cambio en el
pensamiento estratégico estadounidense. Resulta curiosa la argumentación para
explicar la negativa de utilizar tropas terrestres en las operaciones. Contrario
a lo que se pudiera afirmar, la opinión pública de Estados Unidos estaría de
acuerdo en apoyar una incursión terrestre de sus fuerzas armadas. Los medios de
comunicación, sempiternos aliados del Complejo Militar Industrial se han
encargado de ello, mostrando de manera grotesca y alejada de cualquier
racionalidad las decapitaciones de ciudadanos occidentales y árabes realizadas
por el EI. Vale recordar que estas bárbaras muestras de violencia fueron
expuestas a la ciudadanía estadounidense justo el 11 de septiembre
estableciendo un simbolismo en la preparación sicológica de la ciudadanía que
no deja lugar a dudas en torno de a donde conduciría una eventual escalada del
conflicto.
¿Qué se vislumbra en el trasfondo? En primer lugar, hay que decir que la
suposición de que se puede derrotar al EI sin la participación de las Fuerzas
Armadas de Siria o dejando al margen a Irán son quimeras construidas por los
analistas de estrategia que asesoran al
Presidente Obama. Hay otros elementos
detrás de este talante.
En el transcurso de este siglo, la política de Estados Unidos en el Medio
Oriente y el norte de África ha sido un total fracaso, no han podido vencer a
los talibanes en Afganistán, salieron derrotados de Irak, dejando en el poder
un gobierno de mayoría chiita aliado de Irán, eliminando de paso el ejército
sunita de Saddam Hussein que era uno de los más sólidos de la región.
En Libia, después de la destitución y posterior asesinato de Muamar
Gadafi, el país ha devenido en una anárquica guerra tribal, por lo cual las
grandes trasnacionales energéticas no han podido igualar ni siquiera la menor
producción petrolera previa a la invasión de la OTAN. Los Hermanos Musulmanes,
organización pro occidental extremista de la derecha árabe creada por las
agencias de inteligencia británicas ha sido desalojado del poder en Túnez y
Egipto, perdiendo Estados Unidos y Turquía su más firme aliado en la región.
Los houthis, grupo chiita de Yemen ha comenzando a controlar ese país casi en
sus totalidad poniendo presión en el paso de Bab el Mandeb, el cual junto a
Ormuz bajo inspección iraní, conforman el dúo de estrechos que permiten la
navegación de los súper tanqueros desde
el Golfo Pérsico al Golfo de Adén en el Océano Índico y de éste al Mar Rojo.
Así mismo, los chiitas, mayoritarios en Bahréin ejercen cada vez mayor presión
contra la monarquía sunita de ese reino en el que tiene su sede la 5ta. Flota
de la Armada de Estados Unidos.
En Siria, las fuerzas mercenarias y terroristas no ha podido consolidar
sus posiciones, mucho menos estar cerca del derrocamiento del presidente Bashar
el –Assad, a pesar de todo el apoyo financiero, bélico y logístico de las
monarquías sunitas y de la OTAN. Finalmente, Israel, a pesar de su enorme
operación terrorista contra Gaza no pudo lograr los objetivos propuestos. Al
contrario la diplomacia palestina ha logrado resonantes victorias al obtener el
reconocimiento político de Suecia y el voto favorable en ese sentido de los
parlamentos de Gran Bretaña e Irlanda.
La ofensiva de la OTAN en Ucrania y la creciente agresividad
estadounidense en regiones marítimas próximas a China se inscriben en el
contexto de debilidad de la política de Occidente en el Medio Oriente. Así
mismo puede entenderse la artificial baja en los precios del petróleo provocada
por Arabia Saudita con la complicidad de Estados Unidos a fin de debilitar las
economías preponderantemente energéticas de Irán y Rusia.
De tal manera, este marco permite
entender la irrupción del EI y la respuesta leve de Estados Unidos, después que esta fuerza ha
logrado controlar parte importante del norte de Irak y de Siria. El 12 de
septiembre, el presidente Obama nombró al general John R. Allen como Jefe de la
coalición internacional para luchar contra el
El general Allen cuenta con gran experiencia operativa después de haber sido Comandante Adjunto de las fuerzas militares
en la provincia de Anbar en Irak, y posteriormente, Comandante de la Fuerza
Militar Internacional en Afganistán. En ambas misiones, Allen adquirió gran
manejo de la problemática de los países árabes y, en particular estableció
sólidas relaciones con las fuerzas sunitas minoritarias en Irak. Es reconocido
como un militar de características muy particulares por su involucramiento con
los estudios internacionales y su gran capacidad intelectual.
La propuesta de Estados Unidos -bajo la cual se ha nombrado al general
Allen en el cargo, a pesar de estar retirado de las fuerzas armadas- dice
relación con un plan a tres años plazo,
período en el cual la OTAN debe crear un
gran ejército sunita, bajo control de Estados Unidos, a fin de ser introducido
en el territorio hoy ocupado por el EI. Para ello, ya ha comenzado en los
territorios de Arabia Saudita, Jordania
y Turquía la preparación de las fuerzas que compondrán este ejército.
La experiencia que le ha dejado la debacle en la región, ha llevado a Estados Unidos a la conclusión de que la
presencia del EI coadyuvará a un debilitamiento mutuo de las fuerzas armadas de
Siria y de Irak, así como del propio EI en el combate que se libra en ambos
países En la medida de la impotencia de estas fuerzas de lograr éxitos en sus
territorios, Estados Unidos irá introduciendo el ejército sunita que ha
comenzado a erigir. En los 3 años que los analistas han estimado como
necesarios para derrotar al EI, esta tropa se habrá consolidado y será el
instrumento de negociación que hoy Estados Unidos no posee. A su vez le
permitirá tener participación política desde una posición de fuerza que ha ido
perdiendo en las negociaciones en la región.
El Plan apunta a construir instancias federales en Irak, tal como existe
hoy con la participación de kurdos, chiitas y sunitas y en Siria, con
intervención de kurdos, alauitas (chiitas), drusos y sunitas. A Estados Unidos
no le interesa descomponer la institucionalidad siria, ni siquiera a sus
fuerzas armadas, su propósito es derrocar a El- Assad o al menos reducir su
poder. De esa manera restarle influencia a Irán en la región. La potencia norteamericana sabe que la única
garantía de estabilidad en Siria la puede proporcionar su institución bélica.
Estima que una situación anárquica en Siria (similar a la de Libia), pero que a
diferencia de éste es fronterizo con Israel resulta extraordinariamente incendiaria y peligrosa para éste.
Con la creación de esta fuerza militar bajo su control, Estados Unidos
pretende lograr en la mesa de negociaciones, no lo que no ha podido lograr en
13 años de guerra. Está al tanto además, que Rusia e Irán no pueden negarse
a ello, a pesar que un trato de este
tipo, no está necesariamente acorde con
sus objetivos en la región. Esto
permitirá ejecutar el tan ansiado reordenamiento político regional a través del
cual Occidente construirá un nuevo mapa del Medio Oriente acorde a sus
objetivos. Así mismo, aceptará la
entrada de Siria con El-Assad en el gobierno (si no lograra su derrocamiento) y
sobre todo a Irán como interlocutores políticos válidos en las negociaciones de
la región, sin que aparezca como una derrota
de sus planes.
Este ambiente es el que admite una lectura mejor de la extraordinaria
hazaña de los combatientes kurdos en Kobane. Sus acciones han paralizado la
ecuación estratégica. Pero, la situación de los kurdos es distinta en cada
país. En Siria son aliados de El-Assad. En Irak tienen un régimen autónomo, pero
sus líderes son aliados de Turquía e incluso de Israel. Turquía quiere
aprovechar las acciones del EI para aniquilar a los kurdos y en particular al
Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK). El canciller iraní lo ha dicho
sin ambages “A Turquía no le interesa debilitar al EI sino al gobierno de
Bashar El- Assad” y ha advertido de la
tragedia humanitaria en Kobane.
En Kobane se está jugando la identidad kurda. Turquía la quiere esfumar. A
Siria e Irán le interesa que la resistencia kurda se mantenga porque eso le
genera problemas a Turquía. Sin embargo,
en el trasfondo hay que considerar lo que dice la analista iraní, residente en
España, Nazanín Armanián cuando expone que “Es hora de matizar el concepto del
“pueblo kurdo”, —como grupo étnico de 30-40 millones de personas repartidas
entre varios países y unidas por un sentimiento de pertenencia y lazos
históricos—, y tratarle como cualquier sociedad que sufre una encarnizada lucha
de clases…”.
Lo cierto es que los líderes y combatientes del EI entran y salen de
Turquía como si estuvieran en territorio propio. Es evidente que existen
acuerdos entre ambos. Prueba de ello es que en medio del desastre causado por
el EI a todo tipo de monumento o templo que no acoja su particular visión
religiosa, uno solo de ellos se ha salvado de la furia destructiva de la banda
terrorista: el santuario de Solimán Schah, el abuelo de Osmán I, fundador del Imperio Otomano. Ha sido tan
grande la devastación que el 2 de noviembre pasado la
directora general de la UNESCO, Irina Bokova, instó desde Bagdad a la
comunidad internacional “a actuar inmediatamente para proteger el patrimonio
cultural iraquí de los `ataques bárbaros´ que ha sufrido desde 2003 y con
especial virulencia desde este verano”.
A partir de un acuerdo internacional, tal monumento está bajo soberanía
turca, aunque se encuentra en territorio sirio. El 1° de octubre pasado el EI
capturó el mausoleo, detuvo a los 20 militares turcos que los custodiaban, pero
no dañaron el edificio. Tal vez tuvieron en cuenta las declaraciones de Erdogan, el 5 de agosto de 2013 cuando siendo primer
ministro de su país, dijera que “cualquier acción desfavorable en contra de ese
monumento, (…) sería un ataque a nuestro
territorio, así como un ataque a la tierra de la OTAN”.
sergioro07@hotmail.com
Publicación Barómetro 20-11-14
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Barómetro Internacional, son responsabilidad de los autores.
barometrointernacional@gmail.com
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