Desde Argentina
Fecha:
05/Marzo/2016
El Aborto, Como La Espina En El Ojo
Por
Carolina Vásquez Araya
Una espina en el
ojo no sería más molesta para los gobiernos de la región como el planteamiento
hecho por la ONU sobre permitir el derecho al aborto y el acceso a métodos
anticonceptivos para las mujeres que viven en países en donde actualmente se
presenta una fuerte incidencia de casos de zika, como es el caso de América
Latina.
La prevalencia de
la doctrina católica en los países latinoamericanos, cuya influencia ha sido
estampada hasta en los textos constitucionales aun cuando la mayoría de Estados
se autodenomina laico constituye un obstáculo aparentemente infranqueable para
uno de los problemas sociales de mayor impacto en estos países de población mayoritariamente
pobre y sin acceso a la salud, y mucho menos a la educación sexual y
reproductiva.
De ahí que el temor
de un incremento incontrolado de abortos clandestinos con consecuencias fatales
surja como derivado de restricciones a la práctica del aborto en
establecimientos sanitarios legales y bien equipados. Esto, considerando que el
entorno en el cual se desarrolla la vida de estas comunidades es de tal
vulnerabilidad y marginación, que en el futuro cercano no existen mayores
perspectivas de acciones eficaces para evitar la propagación del zika, ni del
chikungunya, ni del dengue y tampoco de la malaria. Pero, adicionalmente, del
hambre y la desnutrición, la falta de acceso a servicios de salud y la
indiferencia de los gobiernos.
Se estima que unos
25 millones de mujeres carecen de acceso a métodos anticonceptivos en el
continente latinoamericano, pero es probablemente mayor el número de quienes, a
pesar de tenerlo, no los utilizan por razones religiosas o desconocimiento.
También se conoce la tremenda prevalencia de violencia intrafamiliar,
violaciones sexuales, incesto y trata de personas a quienes el sistema actual
deja al margen de la protección de los Estados. Esto significa un problema de
enormes dimensiones y requiere más de una visión humanitaria, sanitaria y de
derechos, que de un manifiesto doctrinario.
Las víctimas de la
mayoría de enfermedades transmitidas por los mosquitos se encuentran en áreas
rurales o en zonas marginales, desprotegidas y sujetas a la voluntad de
autoridades locales, quienes usualmente han sido electas por medio de campañas
financiadas a través de acuerdos financieros y políticos. Estas autoridades
muchas veces carecen de los conocimientos técnicos y legales para tomar
decisiones de tanta responsabilidad, por lo cual los Estados de la región se
sostienen en una cadena llena de eslabones rotos. Su tarea titánica, por cierto
es diseñar e implementar políticas sanitarias coherentes y ajustadas a las
emergencias del momento, como esta probable pandemia de zika que asola a los
pueblos y a sus nonatos.
Los síntomas de las
enfermedades transmitidas por los mosquitos son ampliamente conocidos por haber
sido divulgados por todos los medios de comunicación, pero principalmente por
quienes tienen acceso a ellos. Sin embargo, las medidas de protección son
relativas a las condiciones de vida de las personas, o no existen o son
prácticamente imposibles de implementar para evitar las peores consecuencias de
estos males, una de las cuales es la microcefalia en los bebés y el síndrome de
Gillian Barret, para ninguna de las cuales existe cura conocida.
De no
responsabilizarse los Estados de la región de manera congruente con su mandato
de proteger a la persona y a la familia común para todos, sin duda se
encontrarán con una crisis humanitaria fuera de proporción. El momento de las
decisiones, aun cuando es difícil, resulta inevitable.
elquintopatio@gmail.com
@carvasar
Publicación
Barómetro
internacional.barometro@gmail.com
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